Un recuerdo cuerdo
Miguel Bazdresch Parada*
Quiero dedicar esta nota a la figura de Pablo Latapí en el quince aniversario de su muerte, pues su pensamiento y aportes, en gran parte, son vigentes en estos nuestros días.
Esta semana el ITESO invita a la XV sesión de la Cátedra Pablo Latapí Sarré, quien fuera un estudioso de las realidades en las cuales se enraíza la educación, como realidades humanas. Pablo Latapí nació en la Ciudad de México, el 19 de abril de 1927, y murió en la misma Ciudad en agosto de 2009. Filósofo, en espacial pensador de la educación y el cúmulo de relaciones de esa realidad en el resto de los ingredientes de la cultura.
Elaboró una larga lista de obra escrita, libros, artículos académicos, periodísticos y guiones de conferencias. Estudio con especial énfasis las relaciones de la educación con diferentes aspectos de la cultura, en general, y en especial de la mexicana y de Latinoamérica. En sus aportes tocó diversos temas y en diversos tonos. A veces con relación a la coyuntura de una decisión del gobierno o de algún nuevo programa para mejorar la educación. Participó en importantes iniciativas para promover el diálogo público sobre la educación, tanto en la iniciativa RIE (Reuniones de Información Educativa), como en la colaboración para crear el Consejo Mexicano de Estudios de la Educación (COMIE), impulsor de un ya famoso Congreso Nacional de Investigación Educativa que se celebra cada dos años y, cada cuatro años, ofrece a la comunidad estados del arte en las más importantes áreas de la acción educativa, elaborados por grupos de investigadores especializados en los diferentes temas, quienes colaboran precisamente para poner al día el saber educacional mexicano, al sistematizar en “Cuadernos” el estado del arte de variadas áreas de la investigación.
Algunos ejemplos de las propuestas, en las cuales trabajo Latapí, son: la educación y la justicia; el aporte educativo a la sociedad humana y a la persona, que significa el “aprender a aprender”; la educación para la libertad, pues sólo hombres y mujeres libres podrán participar en el logro de los mejores mundos posible, en especial un proyecto de nación humano y trascendente; comprender los recursos de las personas para hacer frente a las condiciones del mundo y los condicionantes de las sociedades, a fin de lograr la realización personal y colectiva, en paz y en conjunto social.
Una frase conceptual en algún momento, especial, usada por Pablo fue “educación de la esperanza” necesaria ante la imposibilidad de modificar aspectos estructurales de la organización social.
Por ejemplo, en un texto sobre la universidad afirmaba: “De sobra se conocen las universidades, sus limitaciones y contradicciones cuando se proponen transformar la sociedad. El cambio social supondría alianzas reales con las clases oprimidas; pero los estudiantes y profesores provienen mayoritariamente de clases medias y altas” (ver: Latapi, P. ¿Qué son las universidades? ¿Ciencia, crítica o subversión? Excélsior, 25, abril-octubre 1975).
A quince años de su muerte las ideas, análisis y propuestas de Latapí aun se discuten por su certera crítica, claridad proposicional y esperanzador ánimo.
*Doctor en Filosofía de la educación. Profesor emérito del Instituto Superior de Estudios Superiores de Occidente (ITESO). mbazdres@iteso.mx