Un año perdido… tal vez no

 en Marco Antonio González

Marco Antonio González Villa*

En el año de 1993 se estrenó la película “Un año perdido”, film grabado en Toluca, con involucramiento de la Universidad Autónoma del Estado de México, que busca reflejar los cambios políticos y sociales que se estaban suscitando en la década de los 70 y 80 en el país.
Hago alusión a la película, dado que, las protagonistas de la historia viven un año en el cual observan diferentes cambios que les hacen ver y vivir diferente la vida, que, desde algunas perspectivas, podría considerarse un año perdido, pero que terminó no siéndolo en el curso de su vida; esta situación muestra ciertos paralelismos con la experiencia educativa y social que están teniendo muchos y muchas de nuestras estudiantes.
A diferencia de lo que están viviendo otros países, como la India, Brasil y algunos europeos en los que la situación de la pandemia sigue grave, en México las condiciones de diferentes estados, la disminución en el porcentaje de ocupación hospitalaria por pacientes por Covid y el inicio del proceso de vacunación de las y los profesores hace ilusionar con un pronto regreso a clases presenciales, estableciendo, obviamente, una serie de protocolos para poder hacerlo.
Es un hecho que, para muchos y muchas alumnas, ya es totalmente necesario regresar, dado que la escuela no está cumpliendo, en este momento, con una de las funciones más importantes y significativas para ellos, lo cual tiene que ver con su función socializante. Van ya prácticamente 14 meses, más de un año, y la sensación que se percibe al hablar con ellas y ellos es de, precisamente, haber perdido un año, que ya no hay forma de recuperar.
Sin embargo, uno de los escenarios posibles para los próximos meses pudiera ser el extender el confinamiento, lo cual podrá agravar la estabilidad emocional y generar desmotivación, desesperanza y falta de fe en su vida y su futuro a los diferentes miembros de la comunidad escolar.
Desde la filosofía popular empleamos frases tales como “hay más tiempo que vida”, “eres muy joven y un año no es nada”, “tienes tanto por vivir”, entre muchas otras, que tienen un fin motivador y alentador, y que minimiza los acontecimientos vividos apostándole a una suerte de resignación y/o resignificación que les ayude a seguir adelante, sin mirar atrás, a un tiempo que se fue y que ya no volverá. No obstante, es un hecho que, dentro de algunos meses o años, algunas personas dirán: “la pandemia me quitó a un ser querido” o “me hizo perder mi trabajo”, “postergó o me hizo perder un proyecto o un sueño” y algunos adolescentes y jóvenes dirán “la pandemia fue un año perdido”.
Pero buscaremos alternativas, inventaremos formas de compensar y recuperar este tiempo, cuando estemos juntos nos apoyaremos para seguir adelante y podremos convivir y volver a sentir intensamente los vínculos importantes. La película termina con una escena años después, distanciadas y cada una trabajando, evidenciando logros, dejando en claro que recuerdan ese tiempo peculiar que las dejó marcadas. Es cuestión de paciencia, seguramente el final se repetirá ¿O no?

*Doctor en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. antonio.gonzalez@ired.unam.mx

Comentarios
  • Sara Rivera

    Soy docente. Solo que mi pendamiento quizás esté mal. Pero no sé pierde un año alguien me dijo se vivió. O no confinados pero vivos! Dónde está lo que leímos de Ana Frank. Totalmente encerrada. U otros. Más. Sabemos que el tipo.no se recupera. Pero se recordara lo vivido .los padres que quieren vivieron con sus hijos disfrutaron de ellos. Los que no pues que decir

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