Subjetividad e intersubjetividad en investigaciones sociales y educativas: ¿construcción o imposición?

 en Marco Antonio González

Marco Antonio González Villa*

Hablar de subjetividad e intersubjetividad es estimulante y apasionante para algunos, pero también resulta innecesario, incluso incómodo para otros, sobre todo en el campo de la investigación, lo que abre diferentes posturas y debates, en donde se habla desde el sustento que brindan los modelos teóricos y epistemológicos que uno ha elegido como marco de trabajo.
La subjetividad comúnmente se define como la conciencia que se tiene de todas las cosas, desde un punto de vista personal, que se comparte con los demás en la vida cotidiana. La intersubjetividad, por su parte, presenta mayor complejidad y diversidad al intentar definirla. Sin embargo, se puede englobar en tres opciones: 1) es un proceso recíproco mediante el cual se comparte la conciencia y el conocimiento entre personas; 2) se asocia con la comunicación intelectual o afectiva entre dos o más personas y 3) consenso entre varias personas acerca de la verdad de un enunciado. En este sentido, podemos advertir en la intersubjetividad una idea de construcción conjunta y de compartir conocimientos, en donde, partiendo inicialmente de posturas personales, se establece una relación bidireccional, dialéctica, entre dos o más personas.
Con base a lo previamente escrito, es inevitable invitar y provocar a reflexionar si las investigaciones sociales y educativas tienen esta posibilidad de establecer precisamente una relación intersubjetiva, ya que, de no ser así, la subjetividad de investigadores y/o investigados no se pone en juego en una investigación. Me atrevo a decir que ocurre más con los primeros, por lo que no hay una relación y, por tanto, tampoco se trabaja la intersubjetividad. No se busca contactar ni construir con el otro.
El investigado dice, se juega; a través de la palabra dicha o escrita, deja ver su subjetividad parcialmente, ya que se acotan los saberes que transmite a los intereses y límites del tema de investigación. Pero el investigador no dice ni se juega comúnmente, al menos no con los investigados, dejando para otros los conocimientos y saberes que quiere compartir, académicos y políticos regularmente, con los que sí se intenta establecer una relación. Al hacer una distinción se objetiviza al investigado y se imponen sobre él categorías, conceptos e intentos de verdad, poniendo a la teoría por encima de la innegable, inevitable y a la vez minimizada relación intersubjetiva investigador-investigado.
Quien no se juega ejerce, o intenta ejercer, un poder sobre el otro; pero, si se dan la oportunidad de acercarse con su subjetividad y con ello con sus saberes, habría una suerte de mutua transformación que permite comprender otras formas de conciencia y de entender el mundo. Las investigaciones sociales y educativas deben construir un espacio para el diálogo, una devolución y una retroalimentación que favorezca la comprensión mutua, y así podrán establecerse causas comunes, luchas codo a codo, intersubjetivamente.
El espacio es breve, pero es importante repensar y reflexionar que una de las principales causas por las que el ámbito académico ha generado mínimos o nulos cambios sociales es debido a esta falta de establecimiento de una relación con las y los investigados; para ello se debe desmontar en la investigación la idea y el lugar del Sujeto Supuesto Saber del que hablan los psicoanalistas con relación a la terapia, y que a muchos investigadores les cuesta dejar de asumir y jugar, considerándose los únicos poseedores del saber. En este sentido, debemos retomar también la propuesta de Freire en la que señala que hay saberes tanto en académicos como en no académicos, por lo que se puede compartir conocimiento y consensar enunciados que pretendan ser verdad: así, se daría una relación intersubjetiva que realmente logre transformaciones sociales y no se quede todo solamente en los discursos y las propuestas escritas de académicos, de esas ya ha habido y hay muchas, que no sobran, pero les falta esencia y la voz del otro. Puede ser una propuesta arriesgada, pero hay que hacer el intento y ver quien se la quiere jugar así: la investigación es también un proceso de autodescubrimiento ¿o no?

*Doctor en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. antonio.gonzalez@ired.unam.mx

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