Ser adulto: perfil real de egreso escolar

 en Marco Antonio González

Marco Antonio González Villa*

Cuando se hace una revisión del perfil de egreso del estudiantado de los diferentes niveles educativos que van cursando, advertimos que está conformado por una serie de ideales que no necesariamente se logran y desarrollan, sobre todo aquellos de carácter axiológico y/o identitario.
Lejos de estas posturas teleológicas inocentes y alejadas de las realidades que viven las y los estudiantes en las aulas, resulta más concreto y sensato pensar que formamos a estudiantes para que vivan su adultez de la mejor forma posible, así de sencillo, independientemente de que cuente con una carrera profesional o no, pero sí con los recursos para insertarse en el mundo laboral y mostrar un comportamiento social pertinente a la cultura a la que se pertenece.
No planteó un reduccionismo de los objetivos educativos, solamente me enfoco a un aspecto que me parece central, como eje, en el que el ejemplo de los adultos docentes, así como padres y madres de familia, es transversal a cada nivel que se cursa, además de la obvia profundización de los contenidos para disponer de una cultura básica o mínima. Sin embargo, creo que sí me veo obligado a definir lo que se puede entender por adultez.
¿Qué es ser adulto? Hay aquí un malentendido general que establece una definición del concepto dejando de lado diferentes aspectos que lo conforman. De esta manera, ser adulto pareciera ser el resultado de una determinación legal entrelazada con un factor biológico: así, cronológica y legalmente, en México somos adultos a partir de los 18 años cumplidos, pero se soslayan factores cognitivos y psicológicos, que desarrollan valores y actitudes, que deberían incluirse en la definición: ser adulto implica también tener compromiso social, así como la responsabilidad para entender y aceptar las consecuencias de las acciones y decisiones, lo cual no se adquiere mágicamente durante la última noche que tenemos 17, aunque algunos lo den por sentado en diferentes documentos oficiales. Y creo que es por este último punto que se habla más desde lo ideal y no de una formación concreta.
Es un hecho que socialmente existen infinidad de ejemplos de irresponsabilidad que no ayudan en la educación y formación de un adulto en ciernes; la situación se complejiza aún más si no fomentamos que cada estudiante se haga responsable de sí y de sus acciones y decisiones: si el estudiantado no asume sus fallas, sus errores, sus omisiones o si adopta una postura de no comprometerse con sus obligaciones, y no obtiene una consecuencia por ello, entonces el aprendizaje, el perfil no se logrará y se apostará, desafortunadamente, por gozar de impunidad como muchos adultos.
Pienso que hay en esta propuesta una postura más real, así como también ideal, pero de una conveniencia y pertinencia mayor, que promueve que el estudiante se autodetermine y se haga responsable de sí, sin depender de intervenciones parentales o de ayudas académicas que sólo generan rezago. Formemos entonces a adultos responsables, la verdad sí hace(n) falta.

*Doctor en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. antonio.gonzalez@ired.unam.mx

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