¿Se aprovechan las emociones?

 en Miguel Bazdresch Parada

Miguel Bazdresch Parada*

En esta época el calendario político del Estado entra en acelerados procesos. Es la época de revisar logros prometidos hace un año, y con seguridad habrá alguna promesa no cumplida del todo. Los temas complejos siempre son utilizados para señalar tanto lo bien realizado como los pendientes, algunos tradicionales. La violencia, la actuación de las fiscalías, por ejemplo, en el terrible asunto de las desapariciones, la educación y su recuperación después de la pandemia, los nuevos proyectos siempre complicados de cumplir calendarios y objetivos. No entro a detalles aquí, la prensa y los periódicos ya se encargan del tema.
Este ambiente también alcanza a la educación. ¿Ya se recuperaron las escuelas maltratadas por el cierre provocado por la pandemia? Seguramente muchas sí y algunas no. La planta de maestros afectada por la enfermedad, algunos de ellos lamentablemente fallecidos, otros enfrentados a estudiantes con dos años más de edad, familias cuya situación no les dejó otro camino que los hijos abandonaran la escuela, al menos temporalmente. Los daños ahí están. Y por fortuna, también personas, programas y voluntades ahí están, para atender la vida educativa y hacer los cambios necesarios para adecuar lo necesario y salir adelante. También es una oportunidad. Sin duda.
La gran tentación es tratar de reponer todo como estaba. Así, se pierde la oportunidad de mejorar lo que estaba. Además, de ser una tarea casi imposible, es echar por la borda las oportunidades de mejora al retomar las actividades presenciales. Por ejemplo, la propuesta de un nuevo plan de estudios, puesta en la mesa por la SEP, puede ser ocasión de repensar algunas de las costumbres escolares cuyo propósito requiere revisarse o actualizarse. Hoy es prácticamente imposible hacer el proceso educativo sin tomar en cuenta las situaciones familiares y sociales vividas por los estudiantes más allá de la escuela. Es provocar constante indisciplina y comportamientos exagerados por parte de los estudiantes. Las vivencias de los estudiantes en sus respectivas comunidades, las llevan a la escuela, la cual ha de conocerlas, entenderlas y utilizarlas en el proceso educativo, sin tratar de reprimirlas.
Atender con cuidado la dimensión socioemocional es una tarea necesaria y a la vez novedosa para muchos maestros, pues la SEP decidió atender esas situaciones con base en protocolos y de actividades puntuales en torno a un Programa centralizado, que desconocía la mayor parte de las situaciones realmente vividas en salones y escuelas. La situación emocional requiere atención, entendimiento, y conocimiento. Por eso es una gran oportunidad para darle prioridad y articularla al proceso educativo.

*Doctor en Filosofía de la educación. Profesor emérito del Instituto Superior de Estudios Superiores de Occidente (ITESO). mbazdres@iteso.mx

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