Salimos mal otra vez, pero no pasa nada

 en Marco Antonio González

Marco Antonio González Villa*

Era de esperarse, al menos por los que estamos involucrados en lo educativo: PISA nuevamente se ha dado a la tarea de señalar lo mal que está la educación en varios países de América Latina, incluyendo, obviamente, a México.
Hablar, como ya lo han hecho muchos, de las diferencias culturas, de los diferentes códigos de significación y sentido que cada país y micro sociedad posee está de más, ya se ha referido, pero aún así se siguen aplicando instrumentos que no necesaria. Sería más conveniente, desde una postura epistemológica educativa, diseñar instrumentos que evaluarán los conocimientos generados y asimilados en cada contexto, tendríamos así un entrelazamiento entre una perspectiva objetiva y una visión que valora también lo subjetivo. Pero esta es una discusión aparte.
Es interesante resaltar que los resultados obtenidos en esta última evaluación son totalmente atribuibles al gobierno de Peña Nieto, quien, a pesar de seguir todas las indicaciones y órdenes que la OCDE le dio, los avances obtenidos son poco o nada significativos.
De esta situación hay dos situaciones que podemos considerar y que valdría la pena no perder de vista en lo futuro: la primera, que hacer caso a lo que organismos internacionales nos “sugieren” por buena voluntad y por nuestro bien, como hizo la OCDE, no nos lleva a tener o lograr buenos resultados; de hecho, otros países a los que han hecho sugerencias tampoco han mostrado avances. La segunda se liga completamente a la primera y se centra en el hecho de realizar Reformas Educativas que tengan en lo pedagógico y en lo didáctico su interés principal y no en aspectos políticos, laborales o económicos, como fue propiamente la propuesta del expresidente, quien no se cansó de atacar y responsabilizar a los docentes de todas las desgracias del país prácticamente. Está de más recordar que en repetidas ocasiones Peña refirió que era “la más importante” de todas sus reformas; pese a ser obediente y sumiso, no pudo cambiar nada.
Hay una tercera situación o factor que, aunque ya lo sabemos los profesores, considero que puede ser un área de oportunidad para mejorar: estoy hablando de la indicación de acreditar y aprobar a todos y cada uno de los alumnos, aunque no dispongan de las competencias, o conocimientos, o aprendizajes o saberes mínimos necesarios. Es claro que ha sido esta medida la principal forma de contrarrestar el rezago, pero a nivel de desarrollo educativo es una pésima decisión, dado que fomenta el conformismo, la irresponsabilidad y la mediocridad sí de algunos docentes, no todos, pero también de muchos alumnos en una proporción mayor. Hay que buscar y construir entonces, con los docentes no con teóricos o políticos, alternativas de solución a este problema.
Tenemos tiempo para prepararnos y mostrar, ahora sí, cambios relevantes y significativos. Pero, de no existir las condiciones, ni la disposición, ni los cambios para lograrlo podríamos tomar la decisión infantil e ingenua de ya no participar más en PISA u otras evaluaciones, ¿para qué? Si solamente nos ponemos en evidencia ¿o no?

*Maestro en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. antonio.gonzalez@ired.unam.mx

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