Roles nada fáciles en estos tiempos: mamá y/o docente versus pobreza

 en Marco Antonio González

Marco Antonio González Villa*

Mayo es un mes que tiene dentro de sus efemérides celebraciones importantes, resaltando el Día del Trabajo, la Batalla de Puebla y, por supuesto, el Día de la Madre y el Día del Maestro. Las primeras que refiero conmemoran hechos y logros históricos, las segundas forman parte de los días asignados para celebrar a un rol específico público.
Con relación a estos últimos, observamos lo difícil que resulta hoy en día ejercer y desempeñar estos roles, pensando en un escenario social cada vez más complejo, con condiciones adversas para todos. Ser madre y/o docente tienen en común la responsabilidad social de formar y educar a las nuevas generaciones, acción que precisará siempre de la ayuda de otros actores y roles sociales; independientemente del apoyo o no recibido ¿es posible cumplir con las funciones propias del rol cuando la pobreza sigue ganando terreno en el país? En realidad, es difícil, sobre todo cuando las medidas que se han intentado implementar no han generado los resultados esperados: los últimos gobiernos señalaban que la educación escolar era la vía para combatir la pobreza… y no ha habido cambios. Ahora, el gobierno actual pensó e implementó un incremento en el salario mínimo, así como otorgar apoyos económicos a diferentes grupos vulnerables de la población, pero tampoco dio resultados. No es por aquí la vía de salida entonces.
Pese a las buenas intenciones, se ha pecado de inocencia en el enfoque que se tiene de la pobreza, ya que, siendo un fenómeno multifactorial, las alternativas ofrecidas se centran en aspectos específicos soslayando algunos que hacen que el problema persista. ¿Una madre desde casa puede combatir la pobreza?, ¿un, una docente desde el aula puede generar condiciones para combatirla? Y la respuesta inmediata es no: se dotan de recursos a los menores que servirán de ayuda para insertarse a futuro en el mundo laboral, pero eso no garantiza la eliminación de la pobreza, ni terminar con la desigualdad, con la injusticia social o con la explotación. Sin embargo, mamás y docentes intentan fortalecer el espíritu de niños, niñas y adolescentes, teniendo fe en ellos y cultivando la esperanza, deseando, anhelando mejores condiciones sociales y económicas para aquellos que son su responsabilidad, buscando ser inspiradores y un ejemplo de lucha y tenacidad, día a día, pese a los obstáculos presentes, sin contar con apoyo de otras personas, solos, solas, sobreponiéndose al cansancio y las propias frustraciones… aceptando un rol que no cualquiera puede cumplir.
Por eso hoy, como cada año, hacemos una pausa y felicitamos a cada docente y madre en su día. Decir gracias nunca será suficiente, pero siempre será necesario. Gracias maestros, gracias maestras, gracias mamás, muchas felicidades.

*Doctor en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. antonio.gonzalez@ired.unam.mx

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