Repensar la evaluación: necesidad de libertad docente

 en Marco Antonio González

Marco Antonio González Villa*

¿Se pueden evaluar y desarrollar con seguridad las competencias en un contexto de pandemia? Sería iluso, sino soberbio, pensar que sí. Lógicamente, algunas instituciones y docentes tendrán la seguridad para afirmar dicha posibilidad, pero, definitivamente, sería una minoría.
Esta situación no obliga a repensar las formas de valuar y constatar los aprendizajes de las y los estudiantes, dado que problemas como la masificación en las escuelas públicas, las dificultades económicas de la familia que limitan contar, poseer y usar recursos tecnológicos, así como la misma infraestructura escolar y en el hogar, que pueden carecer de elementos mínimos necesarios para aprender bajo la modalidad vigente, son situaciones que seguramente seguirán estando presentes por un tiempo considerable, misma puede aplicar también para el escenario de pandemia que aún no tenemos conocimiento o claridad de cuándo podrá terminar.
Ya ha sido ampliamente abordado el tema de lo que se perdió con las clases en línea, de las cuales yo quisiera rescatar, desde una perspectiva piagetiana, el error como elemento de aprendizaje. En el aula, el o la docente puede fácilmente pasar entre las filas e ir corrigiendo o señalando el error en las y los estudiantes, en la resolución de ejercicios y/o aplicación de fórmulas, en la escritura, en la traducción, enfatizando el origen del error y permitiendo a cada estudiante darse cuenta de la falla que estaba cometiendo, pudiendo así corregirla y entregar un producto ya retroalimentado. El error es algo que se perdió y que sólo podrá ser recuperado, y mejor aprovechado, con el regreso a las aulas.
La tecnología y las diferentes plataformas que pueden usarse con fines educativos, han generado opciones para que se pueda seguir calificando, no evaluando el conocimiento; de esta forma, Socrative e incluso los formularios de Google tiene condiciones para poder implementar un examen con opciones de respuesta, que pueda ser calificado rápidamente, pero el nivel de aprendizaje puede ser sólo memorístico que, aunque es básico y sumamente importante, ha sido ampliamente criticado por teóricos de la educación contemporáneos y por autoridades.
Algunas instituciones o sistemas siguen siendo rígidos en las formas en que conciben e implementan los modelos educativos, lo cual puede ser funcional al interior del sistema, pero no necesariamente efectivo en los aspectos académicos y/o pedagógicos. Dar por eso autonomía a las y los docentes para crear, inventar o modificar formas de evaluación, afines a las áreas en las que son expertos o expertas, tiene mucho sentido y lógica. Se puede abrir aquí una discusión, pero que se soluciona fácilmente: qué es más importante ¿las evidencias o las formas y las prácticas educativas o el desarrollo de competencias? La respuesta que uno elija devela el entendimiento y visión que se tiene de la educación y la evaluación. Sabemos que prácticamente todo ha sido y es difícil de aplicar y garantizar resultados, pero tomemos esta opción: que cada docente diseñe sus formas de evaluación, sin que sean descalificadas o cuestionadas. ¿Quién es la persona profesional que está en el aula dando clases, presencial o virtual? Exacto, dejemos entonces que el o la experta decidan, que aflore su creatividad. Es lo más lógico, es simple sentido común, pero, como bien dicen muchos sociólogos, el sentido común es el menos común de los sentidos. Es una propuesta, probemos ¿por qué no? Podría surgir una nueva y más eficaz forma de evaluar ¿Alguien lo duda? Yo no.

*Doctor en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. antonio.gonzalez@ired.unam.mx

Comentarios
  • Eduardo Betanzos

    La experiencia subjetiva del docente es importante, porque ningún sistema de evaluación, emergente, puede generalizarse. En el nivel superior, quienes deben ingresar con conocimientos en lectura y redacción, suele evaluarse con documentos que den cuenta de aprendizaje y sucede que se está haciendo común entregar trabajos plagiados con el típico “copia y pega”, lo cual es causa de penas severas; sin embargo, desde niveles directivos, se sugiere comprensión y facilitación para re evaluar. El maternalismo institucional educativo solo pretende prestigio personal al certificar productos mal terminados, como México ha sido calificado en décadas pasadas.

  • MARCO ANTONIO GONZALEZ VILLA

    Muchas gracias por su aportación EDUARDO BETANZOS, su comentario y análisis en sumamente pertinente y basado en experiencias lamentablemente comprobables

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