¿Qué tendríamos que celebrar?

 In Luis Christian Velázquez Magallanes

Luis Christian Velázquez Magallanes*

El primer Congreso Nacional de Educación en nuestro país se efectuó del 15 al 30 de mayo de 1917. La Revolución Mexicana propició un ambiente donde los intelectuales querían consolidar a las instituciones del Estado a partir de valores democráticos, nociones de igualdad, libertad y justicia social. Se buscaba dignificar todo y a todos.
José Vasconcelos se encargó del diseño de las temáticas y del esquema que otorgaría fondo y forma a la próxima institución rectora de la política educativa del país; estableció como ejes temáticos una reforma educativa, definir qué es la educación integral, cómo debería ser la preparación de los maestros, establecer cómo se garantizaría el acceso a la educación y cuáles serían las disciplinas que conformarían el currículo escolar en los diferentes niveles.
La relevancia del Congreso determinó que el día para celebrar al Maestro fuera el 15 de mayo. La fecha es simbólica porque reconoce la influencia y encomiable labor del docente en la formación de los próximos ciudadanos.
Pero, a la luz de los acontecimientos actuales relacionados con el Magisterio, ¿qué debemos celebrar los maestros? O, ¿qué han hecho los diferentes actores políticos y sindicales para rendir homenaje o revalorizar a los maestros mexicanos?
Jaime Navarro Saras en su texto publicado en este mismo portal: “Escenario poco favorable para el Día del Maestro” (https://revistaeducarnos.com/escenario-poco-favorable-para-el-dia-del-maestro/) deja claro que la política gubernamental, sin importar los colores, ha hecho poco por dignificar el aspecto más elemental de la profesión: el salario. La fecha es utilizada para que, con bombo y platillo, el gobernante en turno anuncie el tan esperado aumento dignificador, pero que es tan solo un ajuste respecto al índice inflacionario. El SNTE y su comitiva solo se dedican a aplaudir y, posteriormente, en las redes defienden y argumentan la supuesta magnificencia del logro en donde su dirigencia tuvo mucho que ver. ¿Verdad que sí persiguen la distorsión de la realidad a través de los espectáculos que montan? #unlogromásdelsnte.
Marco Antonio González Villa en su artículo: “La mirada no ética para el docente” (https://revistaeducarnos.com/la-mirada-no-etica-para-el-docente/) ha presentado una descripción puntual del estado de cosas en las que se encuentra el magisterio a través de lo que ha llamado la paradoja del ser docente. Mientras que el maestro debe mostrar una dimensión ética y profesional en la labor y en el cuidado de sus educandos, se enfrenta, consuetudinariamente, con que la sociedad muestra un desprecio poco ético a su labor, así como también a juicios, sin ningún reparo moral, provocando la pérdida de respeto y la desdignificación de su investidura. En la actualidad, por las condiciones de vulnerabilidad en las que se encuentra el magisterio, cualquiera, a través de la difamación y el encono, puede socavar y denigrar la trayectoria del maestro, solo porque se quiere y puede.
La paradoja del docente pudo revertirse si se hubiera reaccionado de manera distinta a los acontecimientos del viralizado caso de la maestra Tere. La mesa estaba puesta para dignificar y resarcir los daños y las deudas pendientes con el magisterio nacional pero, como siempre: el fenómeno sirvió para que los edutubers ganaran seguidores y likes; para que el Estado señalara que, estaba actuando conforme a derecho en la solución de una denuncia presentada sobre supuestos actos de violencia en contra de menores y, como el proceso contiene instancias, se debía esperar o la defensa debía encontrar un recoveco para minimizar el daño hacia la docente; para que los dirigentes sindicales denunciaran y señalaran los atropellos cometidos aunque, parezca que, en la práctica avalan y fomentan todas las políticas, protocolos y hechos que vulneran a los docentes y, por último, para que la sociedad juzgara desde la desinformación, para primero, desacreditar a la docente por ruin luego apoyarla porque atravesada una injusticia. Desde esa ambivalencia, ¿se tendría algo que celebrar?
Lamentablemente, el caso de la maestra Tere terminó siendo un hashtag que unificó a la mayoría de docentes, pero no cumplió su cometido. La famosa ley Tere, que buscaba establecer acciones preventivas y sanciones contra la difamación hacia los maestros, no llegó a nada. Ningún actor de relevancia se propuso llevar a buen puerto el reclamo de los maestros.
Respecto a la valorización del magisterio, también podemos decir que el intento por solventar todas las pifias y atropellos cometidos por el USICAMM en los Foros de Consulta fue un rotundo fracaso. No cumplieron su cometido porque el docente que debía hablar y proponer fue silenciado por la maquinaria institucional y oficial para mantener el status quo.
Otro rubro se encuentra en el tema de las jubilaciones. No hay certidumbre y se manotea a placer con la única intención de ganar adeptos en temas específicos, mientras que las soluciones reales se postergan al infinito. Lo que pretendía ser una reforma de ley que asegurara retiros dignos terminó siendo un decreto presidencial.
Los problemas que enfrenta el magisterio, luego entonces, tienen que ver con los ejes temáticos postulados por Vasconcelos para el Primer Congreso Nacional. Luego entonces, es válido cuestionar las razones que explican, ya sea el interés por conservar los mismos flagelos o la probable incapacidad de los actores para mejorar las problemáticas y condiciones de los maestros.
Lo cierto es que ni las letras de oro en el Congreso, ni las supuestas declaraciones combativas de los dirigentes sindicales y, mucho menos, los avisos gubernamentales explican por qué y qué debemos celebrar los maestros. Mientras se siga ponderando el interés particular y se sacrifique al colectivo, mientras que la inmensa mayoría de la base se encuentre pasiva y aletargada ante las injusticias y atropellos y no emane un ideal que recupere el sentido de ser maestro, es muy probable que las cosas sigan igual y se siga festejando a una figura que solo se usa como capital político para negociar intereses particulares, menoscabando más y más su valor y dignidad. Como bien apunta el Dr. Rubén Zatarain Mendoza, es momento de dignificar la profesión.

*Licenciado en Filosofía. Profesor en la Escuela Secundaria General 59 “Francisco Márquez”. [email protected]

Showing 2 comments
  • Martin Linares Ramos
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    Puntual y exhaustivo recorrido por algunas de las aristas peliagudas a las que se enfrenta la profesión docente.

  • Edith Galindo
    Responder

    Revalorización y resignificación de la tareas que realiza el docente para la formación de Ciudadanos y profesionistas. No hay discurso que hagan válidos los discursos vacíos de palabras con verdades que representen el respeto al Magisterio.
    Ninguna letra de oro tiene valor intínseco aunque lo quieran aparentar.

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