Por un modelo y una propuesta educativa pensada para la liberación

 en Miguel Ángel Pérez Reynoso

Miguel Ángel Pérez Reynoso*

Las características de los tiempos actuales se caracterizan porque hay muy poco de certeza y mucho de incertidumbre. La posmodernidad ha sido la época de magia en que nos ha traído más preguntas que certezas o, como decía Mario Benedetti, “cuando ya tenía todas las respuestas, resulta que cambiaron las preguntas”.
La educación en estos tiempos tiene esta gran contradicción estructural. Por un lado, están los grupos que llegan al poder con promesas renovadas pero incumplidas y, por el otro, los amplios sectores de grupos sub-alternos que viven en la marginalidad, están necesitados de un proyecto educativo renovado que cruce las utopías y las esperanzas para moverse y reinventarse.
Todo el discurso de la reforma educativa ha sido un discurso desde el poder para continuar con el poder, en dicho espacio sorprende los maquiladores educativos de lo que será el gobierno de López Obrador, que también le hacen el juego al sistema. Desde el poder hay muchos intereses económicos y de control político que (uno pensaba) estaban en peligro de ceder su lugar a grupos emergentes. Parece que no es así, los de arriba han sido capaces de ponerse de acuerdo, de manera muy sencilla, repartiéndose el pastel o las migajas que éste deja entre los diversos actores. Los poderosos no tienen principios sólo intereses y una enorme capacidad de negociar para sacar el mayor provecho de dichas negociaciones.
Del otro lado del mundo del poder y en los márgenes del sistema social y educativo, se teje la conformación de una serie de grupos dispersos y, a veces, confrontados entre sí. Dichos grupos son los que sostienen el sistema, los que operan las políticas y los que tienen el compromiso con los escolares y con los padres de los escolares para favorecer aprendizajes significativos para toda la vida. Dichos grupos no creen, ni aceptan las propuestas oficiales de reformas educativas oficialistas y hegemónicas, el contenido de sus propuestas son diferentes pero, no tienen posibilidad de incidir en las decisiones. Proponen pero no deciden.
Bajo esta perspectiva se requiere de un modelo educativo diferente, el cual no sólo se construye y se gestione desde abajo, que tiene contenidos diferentes de todos aquellos que están ligados al poder. El tema principal, centralmente tiene que ver con ejercer y hacer valer espacios reales de autonomía, es decir, de una forma diferente de definir el poder y de asumirlo, ¿cómo lograr estructurar y darle forma a dicho modelo?
Lo primero es tener claro qué tipo de educación alternativa se necesita y que responda a las necesidades formativas actuales de los mexicanas y las mexicanas y que tenga clara a la liberación como horizonte formativo. En el fondo el actual dilema es: formar para cumplir con las reglas, respetar las instituciones y todo lo que de ellas emanen o, educar para disputar el poder en todos los espacios pero no para construir uno igual, sino una sociedad diferente que no se caracterice por injusticias cotidianas, ni inequidades descaradas Aquí es en donde debemos incidir todos los educadores de este país. En la disputa de una verdadera educación para liberación.

*Doctor en educación. Profesor–investigador de la UPN Guadalajara, Unidad 141. mipreynoso@yahoo.com.mx

Comentarios
  • Ramon Escobar T.

    Deja muy confuso para “ la liberación “

  • Irma Armas

    Excelente reflexión Miguel, saludos.

  • Leonel Herrera García

    Interesante invitación para repensar lo educativo desde las otras pedagogias

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