¿Por qué no respondemos una pregunta?

 en Marco Antonio González

Marco Antonio González Villa*

No quiero hacer leña del árbol caído, pero lo acontecido en una entrevista reciente con la secretaria de Educación Pública invita a hacer una reflexión en torno a la respuesta que dio a una reportera y que le costó infinidad de críticas. ¿Por qué no respondemos una pregunta? Veremos aquí diferentes opciones que originan la negativa ante una pregunta.
Una de las razones es porque se considera que la respuesta a la pregunta es tan obvia que se hace innecesario responder, dando por sentado que entrevistador y entrevistado saben la respuesta. A veces, en este sentido, se responde con preguntas tales como ¿es en serio?, ¿de verdad?, e incluso, en una posibilidad más coloquial, puede venir un ¿es neta?, implicando que la pregunta resulta ofensiva por lo fácil que es responderla.
Hay otra opción, parecida un poco a la anterior, pero se actúa con más soberbia, descalificando por tanto a la pregunta o al entrevistador. Aquí recuerdo una entrevista que le hizo alguna vez Jacobo Zabludovsky a Salvador Dalí en donde el artista se negó a responder varias preguntas que le fueron lanzadas y, con tono molesto, le dijo al reportero que le hacía falta prepararse y preparar más sus preguntas. Aquí no se responde porque se considera la pregunta pueril o insustancial.
En la siguiente posibilidad tenemos ese momento en que responder puede comprometernos de alguna manera, o develar alguna responsabilidad que no se quiere asumir y es preferible ocultar. Cuando le preguntamos a un niño o adolescente quién cometió una travesura, el silencio es una opción muy socorrida, para no aceptar la culpabilidad o para no delatar a un par de la cuadra o del salón. En el caso de los adultos, se desvía la respuesta a otro sentido del que busca la pregunta, estrategia que los políticos manejan con gran maestría y cinismo, por ejemplo.
Pero en una opción de las más comunes, no se responde a una pregunta porque no se sabe la respuesta. Esto les ocurre a muchos estudiantes de manera recurrente, que ante la pregunta de un docente sólo queda un silencio entre ambos, o bien se escucha un no sé… o de una manera más elegante “no podría contestar eso”. Lamentablemente nuestra secretaria se encuentra en esta opción y, de verdad, entendemos el origen de su respuesta: no se le puede exigir o pedir a alguien que responda sobre un tema o área en la que no se es experto, de los que se desconocen por completo sus alcances o cuando alguien no está actualizado en un rubro. Siendo alguien que viene, por oficio y años de trabajo reciente, del sector político, es entendible que aún no esté empapada en todo lo que le compete, por muy elemental que haya sido la pregunta. Curiosamente, es posible que no haya habido la intención de evidenciar la falta de conocimientos de la secretaria, pero ocurrió. Pero bueno, ahora tiene unos cuantos días para estudiar la respuesta y, en una próxima entrevista, demostrar que está al día en su campo. Lo interesante es pensar, ¿qué le pasará a un docente en unos cuantos meses, cuando responda igual que la secretaria ante alguien que lo cuestione o increpe?, esperamos que sólo quede también en memes ¿o no será así? La verdad, no podría contestar eso.

*Doctor en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. antonio.gonzalez@ired.unam.mx

Comentarios
  • Rosalinda Arredondo Maciel

    En la reportera se nota la intención de poner en evidencia la ignorancia de la nueva secretaria pero si se analiza la pregunta en sí, tampoco está bien planteada lo que a su vez deja clara la ignorancia de la propia entrevistadora. Divertido el juego mal intencionado en el que el cazador resultó cazado.

  • Juan Manuel M. S.

    No supó, esa es la verdad. Prefirio no dar una respuesta inverosimil. Pero no supo, no hubo triquiñuela alguna por parte de la entrevistadora. Simple y sencillamente: No supo!

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