¿Matemáticas y lectoescritura para desarrollo de la ética en adolescentes?

 en Marco Antonio González

Marco Antonio González Villa*

En un editorial anterior en este espacio, Alma Dzib Godin escribió sobre las dificultades que existen a nivel neurofisiológico para poder adquirir la lectoescritura dado que el cerebro no está programado para leer y escribir, dichas actividades son una invención social y no tienen un carácter innato o no son inherentes a nuestro sustrato biológico. ¿Cuál es entonces su función social? De inicio podemos señalar que el lenguaje es un medio para hacer permanente lo que se pierde cuando la actividad sensorial no se ejecuta. El lenguaje posibilita así la conservación de información y la generación de ideas a partir de la abstracción de una idea; la escritura, posteriormente, permitirá conservaciones todavía de mayor duración.
Por otro lado, el pensamiento verbal, que integra a lenguaje y pensamiento, se eleva de las primeras generalizaciones realizadas a los conceptos más abstractos. No cambia sólo el contenido de la palabra, sino el modo en que se generaliza la realidad y se refleja a través de la palabra. El mundo se interpreta y se explica a través del lenguaje, ya sea hablado o escrito.
La cultura, evidentemente, es la encargada de suministrar sistemas simbólicos, patrones de comportamiento y comunicación, así como el lenguaje, que se convierten en organizadores del pensamiento. Resulta obvio plantear, por tanto, que las funciones superiores del pensamiento se originan de las relaciones sociales, a través de la internalización mediada por la cultura, en la transformación dialéctica de la relación sujeto-sociedad, en el más puro sentido vigotskiano.
Y es aquí donde podemos identificar un malentendido generalizado. Piaget señala que a partir de la adolescencia existe una facilidad para desarrollar teorías abstractas, sobre la base del pensamiento concreto desarrollado en una etapa anterior, con los conocimientos adquiridos previamente que disponen de un sentido lógico-matemático básico. De igual forma, el acuerdo 444 de la Reforma Educativa en el que se establecen las competencias genéricas que rigen al Sistema Nacional Bachillerato, presupone a un individuo que al momento de llegar al nivel medio superior, dispone de toda una serie de habilidades cognitivas, señaladas como atributos que le permitirán el desarrollo, adquisición y consolidación de tales competencias. Ambos enfoques, el de Piaget y el del acuerdo 444 están equivocados: el sujeto, en este caso el alumno adolescente, solamente podrá desarrollar el pensamiento abstracto a partir del desarrollo que su entorno cultural le fomente, así como por el manejo de nociones que favorezcan dicha forma de pensamiento. La reflexión, la lógica y el pensamiento abstracto no están supeditados a una simple cuestión de edad o de etapa del desarrollo en el ciclo de la vida; son el resultado de factores de estimulación social.
Llegamos entonces a una pregunta necesaria ¿por qué es importante el conocimiento matemático para la ética? Es simple, porque el desarrollo de la matemática y la invención del álgebra particularmente lograron un rompimiento con lo concreto al permitir la realización de operaciones simbólicas y con ellas el desarrollo de modelos virtuales y manipulables de la realidad, cuando los fenómenos, en lugar de ser descritos en función de sus rasgos, fueron matematizados al basar las descripciones en cuantificaciones, visión que se acerca también al modelo computacional. Se trabaja así, en todo momento, el pensamiento abstracto, el cual tiene en el lenguaje y las matemáticas su principal material de apoyo y construcción, lo cual resultará de manera gradual en el establecimiento de la metacognición. Así, la formación de los procesos reflexivos y las habilidades del razonamiento están estrechamente ligados al desarrollo de los valores, promoviendo un pensamiento multilógico que se caracteriza por cualidades tales como: pensar, de manera precisa e imparcial, en un contexto de puntos de vista y marcos de referencia opuestos o contradictorios al propio que caracterizan la realidad de las relaciones interpersonales en la vida cotidiana; la capacidad para enfrentar problemas complicados; la empatía intelectual y la comprensión del otro; la integridad intelectual, aplicando juicios consistentes con las normas sociales; la imparcialidad manifiesta en razonamientos no prejuiciados y flexibles y la confianza en la razón. De esta manera, el pensador reflexivo se caracteriza por su integridad moral y responsabilidad ciudadana, resumida en el concepto de persona crítica
La integración de todas y cada una de tales cualidades resultan en la construcción social de un individuo cuya esencia misma es un comportamiento y proceder ético, con plena conciencia de sí y con el reconocimiento de los otros como parte de su entorno. La Ética, como conclusión, es un plus de la enseñanza y aprendizaje que las Matemáticas y la lectoescritura pueden fomentar; casi nada ¿no?

*Maestro en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. antonio.gonzalez@ired.unam.mx

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