Leyes y sociedad: historia de la sinrazón y la falta de empatía

 en Marco Antonio González

Marco Antonio González Villa*

Es una discusión de orden filosófico, histórico y psicológico, que obliga a pensar y reflexionar el papel de cada uno en la sociedad. Como una necesidad social, las leyes han sido un marco de regulación del comportamiento de los individuos que, teóricamente, disponen de una esencia ética y están impregnadas de justicia, pero la historia se ha encargado de demostrarnos una lamentable falta de valores, así como un uso limitado de eso que llamamos la razón.
Evidentemente, las leyes han protegido los intereses de diferentes grupos y han minimizado a otros: por esa razón las mujeres sufrieron siglos de maltratos e injusticias, al igual que los afroamericanos y los indígenas, las personas de la comunidad lgbtttiq, los y las pobres, personas con una fe diferente o cualquier otra minoría o grupo vulnerable.
Sin embargo, pese a que en las últimas décadas ha habido cambios considerables en la búsqueda de la igualdad y el respeto de la ley, es un hecho que se siguen cometiendo crímenes y delitos que dejan en claro que las leyes no son suficientes. La razón es simple: las leyes las siguen haciendo un grupo de personas que intentan, pretender o pregonan ayudar a las minorías y vulnerables, pero lo hacen sin salirse de su lugar social, carente de empatía.
¿Cuál es la pena que merecería un violador desde la perspectiva de sus víctimas?, ¿qué castigo merece alguien que discrimina a otra persona y tiene actitudes racistas u homofóbicas?, ¿cuál es la pena que merecería un padre o una madre que se desentiende de sus hijos?, ¿qué castigo merece un gobierno que no garantiza el cumplimiento de los derechos de los niños, las niñas y adolescentes? Haciendo uso de la razón, que es cuestionable la forma en que entienden esta facultad y su ejercicio algunas personas, han impuesto penas que no impactan o promueven el cambio entre los miembros de la sociedad, pero sobre todo que no reivindican a las personas que sufren y sienten dolor por vivir, por sufrir, alguna de estas situaciones. Es la sinrazón de su razón.
Imponer penas mayores, garantizar, aunque sea por temor al castigo, que las personas muestren respeto y consideración por los demás debería ser la prioridad de las personas encargadas de generar leyes y reglamentos a nivel federal, estatal o institucional. Pero para lograrlo siempre será necesario hablar con las víctimas y mirar las sanciones desde su óptica. De no ser así, se hará patente la falta de empatía y los problemas históricos seguirán persistiendo. Uso de la razón y empatía ¿es tan difícil entenderlo? Creo que incluso un infante lo entendería ¿no?

*Doctor en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. antonio.gonzalez@ired.unam.mx

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