Las adolescencias sin alcohol y sin adicciones

 en Miguel Ángel Pérez Reynoso

Miguel Ángel Pérez Reynoso*

Estamos viviendo tiempos de profundos cambios en donde algunas cosas del desarrollo humano se anticipan y otras paradójicamente se retrasan. Me refiero aquí a algunas cosas ligadas con el desarrollo adolescente. Es relativamente sabido que nuestro país ocupa uno de los primeros lugares a nivel mundial no sólo en la producción de bebidas alcohólicas, también en su consumo. En todo ello hay cuestiones que son importantes como cuál es la edad apropiada en la que los sujetos pueden iniciar a tomar bebidas alcohólicas, a qué edad tuviste tu primer borrachera o te excediste de copas, a qué edad fue tu primera relación íntima o sexual, estas primeras experiencias de qué manera se relacionan y están influyendo en el desarrollo escolar, emocional y la relación con tus padres y tu familia, etcétera.
Hace días asistí a un evento donde se discutían estos temas, la consigna era “Por una adolescencia sin alcohol” se justifica y se justificaba dicha consigna al argumentar que los hallazgos y los aportes científicos en el campo de las neurociencias dan cuenta que el cerebro de los sujetos en edad adolescente no han terminado aun de madurar, que hace falta concluir la parte frontal que es en donde se focaliza alguna forma de pensamiento y el desarrollo de las llamadas “habilidades o funciones ejecutivas” y que si los adolescentes inician o se hacen adictos en esta fase de su vida su adicción se tornará irreversible y se asociará a otro tipo de riesgos. Adriana Galván especialista de la UCLA en los EEUU, al estudiar el cerebro adolescente llega a la conclusión de que predomina en el desarrollo cerebral la impulsividad emocional y la tendencia a experimentar experiencias nuevas.
Desde mi perspectiva, la cual está más ligada a factores socio-culturales vinculados con lo educativo, el aporte neuro-científico es bastante interesante, la gran pregunta que se hacían los asistentes del evento en cuestión (sabiendo de los riesgos) es ¿qué hacer para prevenir y para evitar que los hijos e hijas adolescentes consumen alcohol cuando menos durante la estancia de la secundaria? La tarea no es sencilla y menos lo es bajo el clima de alto riesgo bajo el cual vivimos actualmente, una sociedad globalizada, sobradamente mediatizada y en donde los modelos culturales más cercanos que tienen los y las adolescentes, están vinculadas con figuras que consumen o que han consumido alcohol junto con otros estimulantes diferentes o más riesgosos o adictivos. Y entonces, qué hacer al respecto. Es obvio pensar que se requiere una prevención global que contrarreste o neutralice los factores de riesgo. Prohibir, castigar, chantajear o condicionar no son las mejores estrategias pero como dicen algunos conductistas sí, no son las mejores pero dan buen resultado.
Aquí no sólo se busca encontrar buenos resultados, se trata de agarrar el toro por los cuernos, es obvio pensar que nadie desea tener en casa hijos adolescentes alcoholizados, pero atrás del temor se esconden parte de nuestras propias historias y las imágenes de nuestros ancestros. ¿Cómo borrar de plumazo la historia cultural de cada familia? Y cuando vamos a ella y la reconstruimos vemos que las copas y su sugestivo líquido han pasado por la familia generación tras generación, se trata de no generalizar, ni caricaturizar el problema. Entonces qué hacer… eso lo dejaré pendiente para una próxima entrega. Esta historia antiadictiva continuará.

*Profesor-investigador de la Universidad Pedagógica Nacional, Unidad Guadalajara. mipreynoso@yahoo.com.mx

Escriba su búsqueda y presione ENTER para buscar