La izquierda
Jorge Valencia*
La izquierda mexicana, representada por López Obrador y posteriormente por Scheinbaum Pardo, ganó sucesivamente las dos últimas elecciones presidenciales bajo una premisa principal: la esperanza de los votantes por un gobierno honesto, capaz de implementar la justicia social.
A siete años de gobierno (un sexenio completo de Andrés Manuel y 1/6 de Claudia), los simpatizantes de su partido se enfrentan a hechos que difícilmente pueden minimizar el impacto en la credibilidad de su filosofía política.
La noticia de la corrupción de la Marina perpetrada en un puerto de Tamaulipas a través del tráfico de hidrocarburos y, sobre todo, el aparente cinismo de Adán Augusto para justificar su desconocimiento de los hechos criminales de uno de los miembros de su gabinete (y además, el encargado de la seguridad, por si no bastara) durante su gubernatura, abre una coyuntura delicada en el partido: ¿apoyarán al expostulante a la candidatura presidencial por Morena?
Adán Augusto concedió una conferencia de prensa donde, lejos de exculparse, enterró aún más la poca credibilidad de la que todavía gozaba. Ante las cámaras reconoció y justificó la fortuna “bien habida” que amasó gracias a una herencia oportuna, negocios ganaderos y honorarios desorbitantes obtenidos legalmente en su notaría tabasqueña que lo convierte, en sus propias palabras, en “el notario mejor pagado en la historia de su estado”.
La realidad es que Adán Augusto parece haber echado a perder su propia carrera política y es posible que la consecuencia irreversible sea el desprestigio del partido que con tanta dificultad se ha mantenido en el poder durante dos sexenios consecutivos.
Si Morena pretende ser congruente con sus propios principios y aferrarse con las uñas a la inminencia de la caída libre que el escándalo del tabasqueño centrifuga a todos los miembros de su partido, entonces el partido tiene que soltarlo. Dejar que caiga al vacío que él mismo construyó.
El futuro del partido depende de la cabeza de Adán Augusto: si sus correligionarios lo salvan, condenan al partido; si lo condenan, podrían abrir la puerta para esculcar su propia casa.
Una de las intenciones de la regeneración pretendida por Morena consiste en separar el poder político del económico. El caso Adán Augusto será un parteaguas.
“Un político pobre es un pobre político”: la frase de Hank González cae como una piedra. La izquierda mexicana debe definirse y demostrar su postura. Si Adán Augusto está libre de culpa, el partido saldrá fortalecido.
*Director académico del Colegio SuBiré. jvalencia@subire.mx