La cultura del remedio, ¿un poco tarde?

 en Marco Antonio González

Marco Antonio González Villa*

Es parte de nuestra cultura o así nos lo han hecho creer. Hay muchos dichos populares que pueden justificar las formas que tenemos de proceder ante los problemas que van surgiendo en nuestro día a día: “después del niño ahogado tapan el pozo”, “más vale tarde que nunca”, “no por mucho madrugar se amanece más temprano”, entre otros, en los cuales se advierte esta tendencia que tenemos para intervenir y no prevenir.
El problema de la falta de prevención se observa en diferentes contextos: en el sector de la salud somos una sociedad que puede cambiar sus hábitos solamente hasta que se presenta una enfermedad grave que se pudo haber evitado. Ante la muerte de niños y adultos en los temblores de 1985 y 2017, empezaron a llevarse a cabo investigaciones para buscar a los responsables de autorizar la realización de construcciones que no cumplían con todos los requisitos necesarios. Es necesario que se haga público un caso de corrupción o robo al dinero de un estado o dependencia para que empiecen las averiguaciones y se tomen las medidas. Ha sido necesario que alumnos y alumnas, en diferentes momentos, hayan sido violentados, desaparecidos o ultrajados para que se tome conciencia de la vulnerabilidad en la que se encentran ante la falta de protección que no les ofrece el Estado. El derecho a la vida, por absurdo e inmoral que parezca, se ha tenido que poner a discusión o revisión por nuestros gobernantes.
Se han hecho necesarias las desgracias para buscar medidas remediales que no necesariamente terminan o atacan directamente el origen de un problema. Es obvio que las alternativas que se generan pueden, al menos temporalmente, cubrir algunos de los factores que inciden en la génesis de una dificultad, no obstante, la calidad de vida de muchas personas ya se vio alterada o bien quedan secuelas con heridas que tardarán mucho tiempo en sanar. No todos encuentran una palabra de consuelo en las acciones que se toman posteriores a los hechos.
Hoy se mantienen en paro dos escuelas del Colegio de Ciencias y Humanidades de la UNAM lo cual nos afecta a todos. Entre las peticiones que solicitan hay dos que resaltan por las implicaciones que pueden tener: exigen que se les pueda garantizar su seguridad y la expulsión de los porros de sus recintos. Ambas situaciones evidencian una falta de planeación en la que no se tomaron medidas preventivas para evitar su aparición. Se está buscando un remedio pero ya alumnos, el Colegio y la UNAM fueron lastimados. Sólo esperemos que no sea tarde. Es evidente y ya es tiempo: necesitamos urgentemente una cultura de la prevención.

*Maestro en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. antonio.gonzalez@ired.unam.mx

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