La cultura del dato: cosificando a las personas

 en Marco Antonio González

Marco Antonio González Villa*

Realizar y presentar resultados producto de investigaciones sociales resultará siempre en la discusión sobre la conveniencia de manejar un enfoque cuantitativo o cualitativo. Cada uno de ellos dispone de características y encuadres específicos y ambos, desde sus referentes epistemológicos, han demostrado tanto su validez en la implementación como la confiabilidad de sus resultados. Al margen de la discusión epistemológica que podríamos realizar para dirimir la conveniencia de uno u otro enfoque, es claro que será el modelo cuantitativo el más conveniente para los círculos en el poder, dado que, desde su postura, de esa manera minimizan el impacto negativo que los resultados podrían tener para quien los consulte.
En el documento “5 años transformando México” se mantiene, y de hecho se necesita, la filosofía de reportar todo en números. No es una invención, ha sido el estilo que prevalece desde hace muchos años, en donde solamente se enfatizan y resaltan los números que avalan su labor, minimizando lo más posible la información que denote alguna falta de atención o incumplimiento en las promesas realizadas.
Al referir números y tratar de disociarlos de personas de carne y hueso como es en realidad, se observa una cosificación de las mismas que resulta de inicio preocupante, poco ética y nada empática. Y además, los datos traen consigo análisis y miradas diferentes que podrán poner el dedo precisamente en aquello que revelan, pero que no se enuncia.
Por ejemplo, de 2012 a 2016 se reportan 2.1 millones de pobres menos, lo que nos deja el terrible dato de que aún existen en el país 9.4 millones de personas en condición de pobreza, hay 19.1 millones de mexicanos sin acceso a servicios de salud, hay 21.3 millones con rezago educativo. Hay, por otro lado, 25,172 escuelas de tiempo completo, que se traducen en profesores con más carga horaria por el mismo sueldo y más niños conviviendo menos tiempo con sus familias.
Se refieren incrementos a gastos en diferentes áreas y becas, pero no se consideran, como datos, el incremento poblacional, la inflación o el dinero que llega de mexicanos en Estados Unidos, que podrían ser factores que influyen en tales incrementos.
Los datos previamente referidos se podría considerar que efectivamente, tal como intentan ponerlos, no son significativos, pero si pensamos que en el 2012 el presidente electo obtuvo 19 millones 226,784 votos totales, que representa casi la misma cantidad de personas sin servicios de salud, que es menos del total de mexicanos con rezago educativo y que los mexicanos en situación de pobreza actualmente son casi el 50% de ese número de votos, tal vez puedan ser considerados con menos desdén. Sería irónico e injusto, que algunos de los votos de ese año que recibió el presidente, fueran dados por algunos que hoy son reportados como simples datos.
En el campo de la seguridad pública se dice que si un criminal o secuestrador conoce el nombre de su víctima, si lo ve como persona y no como un objeto, se reducen las posibilidades de que le provoque algún tipo de daño. Entonces, si en lugar de referir sólo números nos dieran el nombre de todos y cada uno de las personas en situación de riesgo de salud, económico o educativo, podrían, finalmente, empezar a atender sus necesidades. Quiero pensar que sí

*Maestro en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. antonio.gonzalez@ired.unam.mx

Comentarios
  • verónica vázquez-escalante

    Lo felicito por su artículo Maestro, crea conciencia y a la vez, permite estar alerta a la información que se recibe.
    Desgraciadamente hace ya algunos años W. Churchill dijo: “solo me fio de las estadísticas que he manipulado” y tristemente podemos vislumbrar que la realidad sigue así.
    Nuevamente felicidades

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