Iniciación a la docencia, qué cosas nuevas hay por aprender

 en Miguel Ángel Pérez Reynoso

Miguel Ángel Pérez Reynoso*

Es memorable el emblemático cuento de Luvina de Juan Rulfo que forma parte de El llano en llamas. Ahí, una de las aristas de dicho cuento, es que narra el encuentro de un maestro que trabajó en un contexto adverso de mucha pobreza y le entrega la estafeta al maestro que llega: “yo también llegué aquí con mis ideas, quise hacer el experimento pero fracasó”. Es por ello que la iniciación a la docencia tiene que ver fundamentalmente con el contexto en el que se va a trabajar.
Hace unos días se abrió la convocatoria para obtener plazas de nuevo ingreso para incorporarse a la docencia en los distintos niveles y modalidades de la educación básica (preescolar, primaria, secundaria, especial e indígena): en ello, muchos estudiantes de magisterio, de Pedagogía o de Educación Especial intentaron hacer trámites en la plataforma del USICAMM. Aquí inician los problemas, dicha plataforma tal vez por descuido o por mala intención ha sido muy poco amigable para llevar a cabo dicho trámite.
La iniciación a la docencia es la aspiración de muchos docentes noveles (mujeres y hombres) que al egresar de los centros de formación inicial aspiran a convertirse en docentes, profesores, educadoras, etcétera, de acuerdo a cada nivel educativo.
La iniciación a la docencia es un conjunto de objetos de investigación, los cuales han sido estudiados desde diversas perspectivas, es la frontera que une a la formación inicial con el desempeño profesional. Dicho tránsito está atravesado en este momento por dos grandes variables, por un lado, el contexto de pandemia que ha obligado a girar a formas inéditas de atención escolar y, por lo tanto, de realización de la práctica y la virtualización de la práctica educativa.
La aspiración de los nuevos docentes, aquellos quienes pretenden tomar en sus manos el relevo generacional, de llegar con ideas frescas, que armen y que funcione el experimento de trabajar en educación es cada vez más legítimo. Hay dos riesgos sobre los cuales es necesario no caer:

a) La reproducción de las formas frentistas, autoritarias e instruccionales de realizar la tarea, los nuevos docentes deberán desligarse de las viejas formas, incluso de aquellas bajo las cuales fueron formados.
b) El inmovilismo y los estilos sobradamente prescriptivos que regulan o definen la práctica. Los nuevos docentes deberán de ser creativos y versátiles, al armar un currículo propio en contexto sobre la base del currículo formal que oficialmente establece la SEP y no a la inversa.

Es bueno que los nuevos docentes sirvan para generar cambios en las prácticas, los estilos de ser docente y que cumplan con el viejo anhelo de que la educación sirve como palanca para el desarrollo.

*Doctor en educación. Profesor–investigador de la UPN Guadalajara, Unidad 141. mipreynoso@yahoo.com.mx

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