INEGI, censo y educación ¿para qué los datos?

 en Marco Antonio González

Marco Antonio González Villa*

En días recientes el INEGI presentó los resultados del Censo de Población y Vivienda efectuado en 2020. Las lecturas e interpretaciones que se pueden realizar de los datos arrojados son distintas, por tanto, procederé a hacer un abordaje de estos posicionado desde un lugar educativo y social.
Empezaré señalando que el número de personas analfabetas, casi 6 millones de mexicanos (lo que representa un 4.9% de la población), sigue siendo alto. Esta información adquiere mayor relevancia si se vincula con el dato que establece que el 52.1% de los hogares en nuestro país cuenta con servicio de Internet. Considerando una posible correlación o entrecruzamiento entre ambos datos, se sigue revelando un rezago educativo en el país, por lo que, de acuerdo a las condiciones de un mundo globalizado y competitivo, nos sigue ubicando en un escenario de pobreza.
Frecuentemente los docentes escuchamos, en diferentes capacitaciones y programas de formación continua, sobre la necesidad de adquirir mejores herramientas tecnológicas, porque de lo contrario nos iremos quedando rezagados en un mundo que avanza a pasos acelerados hacia el futuro. Es claro que existe una perspectiva que piensa en crecimiento, avance y desarrollo en diferentes áreas, pero, habrá varios lo sé, que no podemos evitar mirar al lado y al tiempo presente.
Una interpretación de los datos previamente referidos, no mal intencionada, permite señalar que hay una evidente desigualdad, que tanto la pandemia como el uso de tecnología han acrecentado. Podríamos pensar que, por necesidad, hogares que no contaban con servicio de internet, casi la mitad del país, tuvieron que contratarlo para que el estudiantado pudiera seguir con su formación académica, pero también debemos considerar los hogares en los cuales se perdió la fuente de ingresos. De esta forma, el uso de internet para impartir clases durante la pandemia ha puesto en una situación de total desventaja a aquellos que no cuentan con los recursos y los medios para mantenerse en la escuela. Pensar que en el total de hogares que no hay servicio de internet no hay estudiantes en formación, develaría igualmente una desigualdad social, ya que en esas familias no hay forma de construir una perspectiva futura porque la inercia que lleva el mundo no permite ningún tipo de rezago, según la visión de muchos inmiscuidos en lo educativo.
Podríamos tocar más temas y discusiones que se derivan de los datos presentados, como pensar en la forma en que la educación virtual o a distancia está apoyando a las personas con algún tipo de discapacidad, que también observan un número importante o, desde una perspectiva enfocada en la consolidación de la igualdad de género, establecer comparativos en el número de hombres y mujeres que estudian una licenciatura o equivalente o determinar si existen en el país un número suficiente de plazas profesionales pensando en la gran cantidad de profesionistas que tenemos en el país. Los datos del INEGI nos deben permitir establecer políticas educativas pensando en las necesidades que el censo está mostrando y que demandan prioridad, pensadas para el país. Si respondemos a estándares internacionales, solamente estaríamos condenando ya a muchos mexicanos al rezago y la pobreza. Ya están los datos, que se diseñen ahora políticas y proyectos pensadas en atender lo que fue develado. Atender necesidades o competir internacionalmente ¿qué es más importante?

*Doctor en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. antonio.gonzalez@ired.unam.mx

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