Envidia

 en Jorge Valencia Munguía

Jorge Valencia*

La envidia es una forma de superación personal. Pero a diferencia de las emociones virtuosas, se sustenta en una revancha secreta que consiste en anhelar lo que el otro tiene, sólo porque el otro lo tiene.
Claudio, tío de Hamlet, anheló ser rey y gozar de la relación sensual con Gertrudis, su cuñada, la reina, para lo cual se valió de la comisión de un crimen. En la trama, Hamlet finge locura para develar la traición. Todo queda en familia. Los envidiosos terminan mal.
La envidia moviliza otras sutiles formas de ser mala persona. Promueve ideas retorcidas y actos perversos.
Los envidiosos se confunden al principio entre la gente normal pero pronto destacan por sus comentarios malintencionados y su camuflaje imitativo: quieren lo que el otro tiene; tienen lo que el otro perdió. Los envidiosos siembran discordia y cosechan antipatía.
Que se sepa, ninguna otra especie animal practica esta costumbre. Ningún caballo quiere ser perro ni el chango, tortuga. Menos el ser humano, cada quién acepta lo que es y tiene. Somos la única especie que decide ser lo que no somos y tener lo que no podemos.
“Querer es poder”, dicen los envidiosos con orgullo preliminar. La sangre les hierve y traman la manera más eficiente de obtener lo que otros tienen: una pareja, un objeto, una familia, una cuenta bancaria… cualquier cosa.
La envidia ocasiona rivalidades, divorcios, pleitos testamentarios y, en casos extremos, guerras (cuando un país envidia el territorio del otro).
Cierne -la envidia- lo peor de una persona. La esencia de la maldad colectiva y el principio de una sociedad anárquica.

*Director académico del Colegio SuBiré. jvalencia@subire.mx

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