Enseñar a amarse

 en Marco Antonio González

Marco Antonio González Villa*

Empezaré diciendo una obviedad: los tiempos han cambiado. Sí, todos nos damos cuenta, sin embargo, con este cambio vino también una resignificación de actos y palabras, como la forma de relacionarnos, la forma de expresar nuestros sentimientos o incluso el amor, por referir algunos ejemplos, por lo que ahora muestran un sentido diferente.
Y es precisamente el amor una de las experiencias de vida que más se ha transformado con el paso del tiempo, ya que las formas de expresarlo y manifestarlo se contraponen a las que generaciones anteriores emplearon.
De esta manera, en épocas anteriores se escribieron poemas, historias, cuentos, canciones y se hicieron películas que eran consideradas sumamente románticas porque reflejaban a personas que amaban a otra hasta niveles inconcebibles. Sin embargo, muchos psicólogos en la actualidad y muchas feministas dirían que el mensaje que mandaban esas creaciones solamente reflejaba codependencia, intolerancia a la frustración, miedo a la soledad, machismo, inequidad de género, pasividad del rol de la mujer y encasillamiento en papeles tradicionales, depresión, inseguridad y problemas de autoestima, por lo que muchas canciones de José José, Juan Gabriel, así como muchas películas de la época del Cine de Oro hoy no disponen de la misma aceptación y valoración. Igual pasaba con la forma de conducirse de los padres y madres de familia con sus hijos, quienes veían en poemas y pensamientos un encuentro o identificación con su forma de actuar, la cual hoy habrá quien la pueda considerar autoritaria, inflexible y limitante del ser.
Sin embargo, es un hecho que todas estas creaciones artísticas servían de ejemplo y modelo para varias generaciones sobre formas concretas y objetivas de expresar algo tan abstracto como el amor, ya fuera con la pareja o en las relaciones filiales.
Paulatinamente empezaron a surgir y crecer los discursos que hablaban y centraban la atención en el amor propio, en la dignidad, la autoestima, por lo que el fortalecimiento del yo, dirían los especialistas del campo psi, se volvió una prioridad social y educativa. Lamentablemente, pese a que vivimos en tiempos de la información y la comunicación ilimitada, resulta más difícil encontrar ejemplos que sirvan de modelo para pensar en una forma de expresar el amor en estos tiempos. Con canciones que ponen al sexo como la principal expresión del amor, ausencia de historias o películas en los que se enaltezcan los roles parentales y la evidente compulsión y necesidad de estar en redes sociales buscan aprobación y afecto, padres que abandonan a sus hijos en todos los sentidos, así como la creciente violencia, revelan el fracaso del proyecto social y a generaciones de personas con problemas de autoestima, intolerancia a la frustración y con dependencia emocional, por lo que es necesario replantearnos ¿cómo le estamos enseñando a amar y a amarse a las nuevas generaciones?, fortalecer desde el hogar y la escuela el amor propio y el respeto a sí, son condiciones necesarias para amar y respetar a los demás.
Hace falta entonces que la sociedad en general entienda que, desde su lugar y rol social, todos somos responsables de la formación de las nuevas generaciones. Si solamente le dejamos esta labor a las escuelas, apoyadas en unas cartillas, no lograremos ni cambios sociales y tampoco generaciones con amor y respeto a sí y a los demás. Ojalá me equivoque

*Maestro en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. antonio.gonzalez@ired.unam.mx

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