El vacío existencial del final del ciclo escolar

 en Miguel Ángel Pérez Reynoso

Miguel Ángel Pérez Reynoso*

En estos últimos días de este caluroso mes de junio, muchas escuelas comienzan a cerrar su ciclo escolar, Incluso se llevan a cabo actos académicos desde el preescolar hasta la Universidad.
La culminación de los ciclos escolares, preescolar, primaria, secundaria y bachillerato ha servido para que algunas escuelas (sobre todo los colegios privados) realicen “actos académicos” que simbólicamente dan cuenta de la culminación de dicho ciclo escolar.
Sin embargo, en este año aun prevalece el velo de la pandemia, pareciera que alumnas y alumnos e incluso muchas instituciones se mueven en torno a una inercia de llevar a cabo un ritual que se realiza ostentosamente año con año.
En estos días, pareciera que las instituciones educativas de la llamada educación básica atraviesan por una especie de vacío existencial desde la óptica y la dinámica institucional. A todo ello se suma el intenso calor que ha generado una especie de cansancio natural de los sujetos junto con las instituciones a las que asisten.
La culminación del ciclo escolar no viene aparejada de buenos resultados, los indicadores de aprendizajes esperados apenas dan cuenta del logro de los mínimos, los cambios en los hábitos en el uso de los artefactos culturales en donde los libros son desplazados para dar lugar al uso de aparatos electrónicos como las tabletas y los celulares, ello ha traído cambios estructurales en la costumbre de los sujetos. La escuela de hoy en día no evalúa el tiempo que pasan niños, niñas y jóvenes ante dispositivos electrónicos, ni tampoco qué beneficios pedagógicos deja para dichos sujetos.
Pudiera decirse que este ciclo escolar que culmina en los próximos días es el último coletazo post pandémico, las secuelas que generó el confinamiento poco a poco se van superando. Pero aun no nos reponemos de lo que no aprendimos durante la pandemia o de lo que no pudimos revisar escolarmente.
Como decía Emilia Ferreiro hace algunos años, el único momento de la historia escolar de los sujetos cuando efectivamente se logra un cambio cualitativo en la trayectoria de los mismos es el primer grado de primaria, cuando niñas y niños que asisten a dicho grado experimentan un cambio radical en sus vidas al adquirir las habilidades de la lectoescritura, de ahí hacia adelante las trayectorias escolares sólo sirven para generar un dispositivo basado en la reiteración o la repetición de lo ya visto, por lo tanto de lo ya sabido.
Se acaba el ciclo escolar y se siente un vacío existencial en el corazón de los sujetos que educan y también de los que asisten a educarse, la gran pregunta es ¿qué podemos esperar para el año siguiente que sirva para reinventar la atención y la experiencia educativa para millones de niñas y niños junto con sus familias que les ayude a aprender para toda la vida?
Ese es el reto, el desafío; ojalá el siguiente ciclo escolar nos sirva para vivir la educación en mejores escenarios institucionales.

*Doctor en educación. Profesor–investigador de la UPN Guadalajara, Unidad 141. safimel04@gmail.com

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