El proyecto podría seguir: ¿todos están convencidos?

 en Marco Antonio González

Marco Antonio González Villa*

Las elecciones efectuadas el pasado domingo, sin pretender ser un analista político, parecieran ratificar una tendencia que, salvo para los opositores, muestra el crecimiento de la preferencia electoral del partido MORENA y, en la posibilidad, se podría visualizar su triunfo en las elecciones del 2024.
Esta situación daría, después de 3 sexenios, la posibilidad de mantener diferentes proyectos y poder consolidar los objetivos del Plan Nacional de Desarrollo, en donde lo educativo, obviamente, es uno de sus elementos principales.
Pese a que la posibilidad pareciera ser algo positivo para los docentes, ya que no habría cambio sino consolidación del modelo educativo, no puede uno dejar de tener ciertas dudas o pensar en algún factor o variable que podría no favorecer Enel logro de este objetivo.
Un factor lo representarían los estados en los que no gobierne MORENA, como los dos que ganó la oposición en estas elecciones o el Estado de México que históricamente le ha pertenecido al PRI. En este punto, es sabido que los políticos tienen esta necesidad de mostrarse e intentar dejar su marca o huella, por lo que siempre se corre el riesgo de que traten de imponer su punto de vista y no seguir al pie de la letra el proyecto educativo nacional tal como esté planteado.
Pero es la duda lo que más podemos cuestionar, que me lleva a plantear dos preguntas ¿qué debe ocurrir para que una persona pueda cambiar una convicción?, ¿cómo distinguir entre un cambio verdadero y un oportunismo? Como es sabido, muchos de los miembros de MORENA provienen del Partido Revolucionario Institucional, partido del cual se separaron, algunos de ellos desde los noventa para fundar el PRD y posteriormente saliendo también del partido del Sol para fundar el actual partido en el poder, recorrido que hizo el actual presidente; otros más, se han cambiado de partido al último momento o cuando no fueron elegidos por sus partidos para ser sus representantes. Esa es la razón de mi cuestionamiento: alguien que representaba un partido de derecha, o de centro derecha como dicen algunos para no sonar tan radicales, de un momento a otro decidió ser de izquierda, cambiando completamente de perspectiva y de enfoque en la forma de ver y vivir la política, lo cual puede resultar para algunos dudoso o incluso improbable.
No queremos pensar en oportunismo, pero no es fácil no hacerlo. Y son este tipo de situaciones lo que hace pensar también que no será fácil consolidar cualquier plan o programa, incluido el educativo, dado que no sabemos si realmente todos están convencidos de la visión del presidente o de los principios que rigen al partido. En poco más de dos años serán las elecciones para elegir a quien será el nuevo o nueva presidente y sabremos entonces si el proyecto actual sigue o si nuevamente habrá cambio de partido al mando. Sin embargo, tanto en el cambio como en la continuidad, considero que no podemos asegurar si los proyectos seguirán. Si ganara MORENA es probable que el candidato sea alguien que originalmente pertenecía a otro partido. No nos queda más desde la docencia, nuevamente esperar a que nos digan cómo serán las formas educativas y cuáles serán los enfoques y objetivos. Termino entonces con una pregunta para pensarla de aquí a dos años ¿nos conviene la continuidad o sería mejor un nuevo partido y su enfoque? Se esperan respuestas.

*Doctor en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. antonio.gonzalez@ired.unam.mx

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