El plagio: decisión individual no institucional

 en Marco Antonio González

Marco Antonio González Villa*

Es un tema que políticamente está de moda y, por ende, es mediático por el énfasis que le dan los opositores y el amarillismo de la prensa, sin embargo, es un tema que no es para menos y sí representa un grave problema. No me centraré en la persona juzgada en este momento, solamente retomaré el tema como tal.
Plagiar tiene de inicio dos grandes fallas de carácter moral: primero, no dar crédito a la obra de otra persona, a la que se le roba su material intelectual, y, segundo, el engaño que se hace a la institución que avala el trabajo, y que lamentablemente queda cuestionada y en el ojo del huracán, y a la sociedad en general, con toda premeditación y con fines individualistas.
El problema del plagio no es reciente, ha existido por siglos, prácticamente a partir del inicio de la escritura; de hecho, antes resultaba relativamente llevarlo a cabo porque no existía siempre suficiente difusión de las obras creadas y muchos podían apropiárselas y presentarlas en otros contextos como propias. Ahora es más difícil poder cometer plagio, tanto en instituciones académicas como en editoriales comerciales, ya que existen diferentes programas que permite identificar el porcentaje de originalidad de un texto, lo cual ha sido uno de los más grandes logros de este siglo XXI. Pese a ello, sigue habiendo personas que se atreven a realizarlo: de hecho, por décadas ha existido el rumor, la duda, de que algunos, no todos, aclaro, ni generalizo, profesores de carrera y miembros del SNI, de la UNAM y otras universidades, se han plagiado investigaciones de sus estudiantes y/o asesorados y posteriormente las presentan como suyas en coloquios o en libros y revistas.
Aunado a los problemas morales y éticos profesionales que representa el plagio en los espacios académicos, también representa deshonestidad, mentir, fomento a la cultura del mínimo esfuerzo, poca capacidad intelectual, pero, también, impunidad ¿alguien recuerda alguna sanción al expresidente Peña por sus extractos copiados en su tesis?
Escribir una tesis, un artículo, un libro, una ponencia, representan uno de los más grandes logros intelectuales de toda preparación académica, da cuenta de los saberes asimilados, así como de los creados como producto de años de investigación y un trabajo epistemológico ¿alguien que plagia toma en cuenta esto? No, no le importa.
Es claro, como con cualquier otro delito, que el acto de plagiar termina siendo una decisión personal, consciente, con voluntad, que a veces implica a un cómplice, estudiante o asesor como el caso actual, pero comúnmente llevado a cabo desde lo individual. En este sentido, las instituciones, específicamente las personas encargadas de avalar o respaldar un trabajo, pueden o pudieron ser fácilmente engañadas, ya que bastaba con ignorar o no saber de la existencia de un material original y confiar en quien presenta un texto como suyo para ser víctimas, las primeras, del engaño. Su pecado sería precisamente confiar en las personas, cuando ya ha habido muestras de que no todos son de fiar.
El plagio es un acto lamentable, pero seguirán encontrándose casos en diferentes espacios y momentos. Tal vez lo que haga falta sea poner una consecuencia ejemplar, que realmente lo haga reconsiderar, pero se ve difícil que así sea. ¿Cuál sería un castigo ejemplar? Se leen sugerencias.

*Doctor en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. antonio.gonzalez@ired.unam.mx

Comentarios
  • Rodolfo Morán

    Un castigo ejemplar que luego será copiado múltiples veces y se dirá que es el castigo original al pecado nada original de copiar sin reconocer las fuentes

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