El nombre

 en Jorge Valencia Munguía

Jorge Valencia*

“Una rosa es una rosa es una rosa…” En su célebre verso, Gertrude Stein deja claro que la fuerza del lenguaje sólo se adquiere con la poesía, que es la forma más pura de la expresión humana.
Desde las cuevas de Lascaux hasta el museo Guggenheim, lo que somos requiere de la comunicación. No basta sentir ni saber, el ser necesita compartirse. En el amor existe un profundo deseo de expansión de sí y de fusión. Sólo somos a través de otro, otros. Nos reconocemos y definimos en nombre de un grupo: mexicanos, adultos, personas… Aunque no siempre se trate de definiciones acertadas. Los aztecas se sintieron continuadores de la cultura teotihuacana, que no conocieron. Los nazis justificaron el terror bajo el argumento impreciso de una pureza de raza. Los jugadores de la selección mexicana de futbol dicen representar a 120 millones de personas…
Las palabras definen y facilitan la abstracción de las cosas, sin “ser” las cosas, en sentido estricto. En un mundo donde la red digital permite que todos opinen y divulguen sus opiniones de manera masiva, el lenguaje se trivializa bajo el azor de la ignorancia. Mi percepción “es” la Realidad; si me gusta, es verdad. Lo demás no existe o es falso. Practicamos la certeza selectiva con lenguaje ideográfico. La comunicación en la red sólo admite el acuerdo o el insulto.
Con su forma ajena a toda imposición semántica, el texto lírico vuelve a fundar el lenguaje, como en el niño que aprende y nombra. La palabra es una posibilidad rítmica, elegida por su significado sonoro, aún en la poesía intelectual (si eso cabe). Es el hombre que clama a través de un oidor vicario. El verso se repite en reminiscencias de sentido. La rosa de Stein es la rosa que es la rosa que es la rosa… La palabra vuelve a evocarla sin el tópico de la conversación con su unicidad del mensaje. “Mis alas rotas en esquirlas de aire”, escribió Gorostiza. La lucha por la libertad se agolpa sin necesidad de manifestarlo. La poesía inaugura y suena y estimula las sensaciones.
Sobran opiniones y falta poesía.
Con toda intención, en el final de la novela de Umberto Eco, Adso de Melk escribe una frase latina que podría traducirse como “la rosa permanece primitiva de nombre, nombres desnudos conservamos”. Después de todo, únicamente queda la palabra: rosa, padre, amor, olvido.

*Director académico del Colegio SuBiré. jvalenci@subire.mx

Escriba su búsqueda y presione ENTER para buscar