El modelo educativo que tampoco es modelo ni educativo
Miguel Ángel Pérez Reynoso*
Estamos en los tiempos del engaño y del auto-engaño, todo comenzó con el anuncio de una reforma educativa que no era reforma ni tampoco educativa, se redujo y confundió dicho concepto con algunos ajustes a la regulación laboral, sindical y política del gran grueso de trabajadores de la educación, sobre todo los docentes de educación básica de este país.
Hoy de nueva cuenta se anuncia lo que se le ha dado en llamar el Modelo Educativo 2016, dicho documento que fue presentado en días pasados, es una copia mal hecha de una serie de documentos que la OCDE ha venido generando en los últimos años. Manolo un comentarista de este espacio tiene razón cuando nos dice que atrás de la reforma está la OCDE.
El modelo en cuestión, más que modelo su anuncio forma parte de la estrategia de distracción para desviar la atención de los combativos contingentes de maestros inconformes que son miles y que siguen sumando nuevos destacamentos.
Aunque la literatura especializada en el tema no es muy abundante al respecto, se reconoce que un modelo educativo es una integración bien hecha de una serie de componentes pensados en generar una propuesta con sentido que propicie el desarrollo educativo, que responda a demandas y necesidades sociales, que dé respuesta a un diagnóstico previamente elaborado o que le dé continuidad a un proyecto el cual ha sido previamente trazado con claridad en sus objetivos y con visión estratégica. El modelo de Nuño no cumple con ninguno de estos componentes.
Junto a lo anterior el modelo educativo tiene una fundamentación, a partir de un marco referencial y metodológico, en donde se incluyan el sustento de dicho modelo y la heurística del mismo a partir de una especie de ruta crítica, en donde se va clarificando el camino que seguirá y la forma de resolver los obstáculos que se le presenten en dicho proceso.
Desde una perspectiva estructural, un modelo es la conjugación coherente de una serie de elementos pensados para bridarle al sistema claridad en cuanto al desarrollo educativo que se pretende generar en un tiempo determinado. Nada de esto tiene el Modelo 2016.
La parte más triste o lamentable junto con la reforma educativa de la que forma parte, es que el modelo en cuestión carece de legitimidad y eso le invalida toda capacidad de gestión y de operación al interior del sistema. Por lo tanto, este modelo es un monumento documental cuya vigencia jamás se podrá engarzar al sistema para darle un curso institucional y pedagógico de acción, de continuidad y debido a que faltan otras cosas u otras mediaciones que desde el aparato del poder no se han considerado por creer que son incensarías.
Como dije al inicio, vivimos tiempos de engaños y de auto-engaños. Y la reforma educativa y sus corolarios es el más grande invento para querer engañar a la sociedad.
*Profesor-investigador de la Universidad Pedagógica Nacional, Unidad Guadalajara. mipreynoso@yahoo.com.mx