El espectro normalista y la formación docente en México

 en Miguel Ángel Pérez Reynoso

Miguel Ángel Pérez Reynoso*

Las escuelas Normales surgieron en Europa a mediados del siglo XIX, y de esta manera, su modelo se expandió por todo el mundo, la misión consistía en validar y legitimar las distintas formas y mecanismos pensados en formar docentes que atendieran las necesidades educativas, sobre todo de la educación primaria, ya que el preescolar aun no existía y la atención a al enseñanza media se llevaba a cabo a partir de otras lógicas de atención por parte de algunos profesionistas que ya habían sido formados disciplinariamente, ya que se consideraba que no se justificaba la formación docente en dicho campo.
De esta manera, las primeras escuelas Normales de nuestro país, tuvieron la influencia de destacados pedagogos europeos, la Escuela Normal de Orizaba en Veracruz, la Nacional de Maestros, la Escuela Normal de Jalisco, junto con algunas más, fueron pioneras en adoptar el modelo de formación definido desde algunos países europeos.
La cultura normalista como dispositivo de formación creció y se consolidó, sobre todo, en la primera mitad del siglo XX, ya en la década de los setenta y los ochenta comienza a mostrar su agotamiento, dando lugar a algunas alternativas. En algunos países de América latina, el moralismo se combina con algunos modelos pensados a partir de la formación universitaria como recurso para formar docentes.
En nuestro país, el normalismo aun con las distintas modalidades y tonalidades de origen sigue siendo un fuerte elemento ligado a la cultura magisterial. El agotamiento de su propuesta y modelo formativo se hace evidente a partir de tres elementos estructurales del mismo:

a) El normalismo está fuertemente vinculado al control corporativo que ha ejercido el SNTE desde su fundación, a partir de la selección, captación de muchos docentes desde su paso por las escuelas Normales.
b) Las escuelas Normales cada vez tienen reducido su campo de actuación, acotado a las necesidades de los disantos niveles de la educación básica, carecen de un conocimiento a partir de trabajos de investigación que provengan desde el interior de su vida cotidiana y la plantilla académica de dichas escuelas sufren el hostigamiento de atender la docencia como actividad exclusiva, sin tener ni tiempo, ni tampoco condiciones institucionales para ocuparse y profundizar en otras tareas.
c) El objeto nuclear de trabajo de las escuelas Normales es la formación de docentes, dicho macro-objeto es ajeno a muchas y muchos de sus académicos, quienes desconocen acerca de modelos y tendencias en el campo de la formación docente y también no son capacitados desde la propia institución para conocer a profundidad dicho fenómeno.

De esta manera el normalismo tuvo su contraparte en nuestro país con el surgimiento de la Universidad Pedagógica en 1978, esta última se encargó desde sus orígenes de nivelar a miles de docentes que habían sido formados con estudios técnicos, en dicha institución se generaron tres licenciaturas a partir de 1979: la LEB Plan 1979, la LEP y LEP creada en 1985 y la LE que aparece en el Plan de 1994.
Entre la UPN y las escuelas Normales se vive una especie de paralelismo en torno a la atención de los mismos fenómenos sociales y pedagógicos. Ambas viven actualmente un complejo proceso de transformación institucional que les permita mirar el futuro de manera un poco más halagüeña. Y porque en éste, el corazón del debate se encuentran las necesidades de formación de los nuevos agentes y la demanda real y potencial de los usuarios que serán educadores y educadoras del siglo XXI.
Se requiere crear un modelo integrado que responda a la formación docente en el mundo actual, dicho modelo requiere teorizar en retorno a las nuevas tendencias, sistematizar las experiencias del pasado y sustentarlo en investigaciones recogidas o generadas desde nuestro entorno, así de fácil y de compleja es la tarea. Se requiere también voluntad política en torno a la nueva agenda formativa en nuestro país, que sirva para gestionar este nuevo modelo de formación docente que nuestro país necesita.

*Doctor en educación. Profesor–investigador de la UPN Guadalajara, Unidad 141. safimel04@gmail.com

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