El espacio y el ser

 en Marco Antonio González

Marco Antonio González Villa*

El espacio es una categoría y concepto que, desde lo teórico, cada vez adquiere mayor relevancia. Junto con el tiempo, han sido dos de los temas que más han sido abordados desde diferentes ámbitos, pero, definitiva y paradójicamente, el espacio se vincula más a la vida de las personas, mientras que el tiempo alude a su finitud.
El espacio está totalmente vinculado a la noción de lugar y, al mismo tiempo, a la identidad de los individuos. Porque uno va construyendo y configurando su identidad a partir de los lugares y espacios en los que uno ha estado y pasado parte o fragmentos de su vida. La nacionalidad, por ejemplo, depende del lugar donde nacimos o de aquel al que queremos pertenecer; para algunos la ciudad, colonia o el barrio donde se vive o nació es el elemento más importante de su identidad, como para algunos parisinos, o personas de Tepito o Iztapalapa; o las escuelas o universidades en las que se estuvo o se sigue estando; o el lugar de trabajo, entre varios espacios más que podemos referir y que nos definen.
Sin embargo, es un hecho que el espacio vive en los últimos tiempos una crisis: los espacios se han reducido o se obliga a personas, e incluso a animales, a ocupar lugares que no se desean o no se necesitan. Los adverbios de lugar empleados en diferentes frases y contextos sociales implícitamente marcan segregación, prejuicio, estigmas y distinción entre individuos o una condición lamentable: lejos de Dios, cerca de Estado Unidos, quedar fuera de la Universidad, las naciones que vienen detrás, ustedes no son de aquí son de allá, acá las cosas son así, está por arriba de tus pretensiones, está por debajo de mí, los resultados de los alumnos se encuentran por debajo del promedio de otros países, me gustaría estar ahí en su lugar, y así muchas otras.
Cada vez se ocupa un espacio menor, lo cual minimiza la existencia, el ser: las casas pensadas para muchos son cada vez más pequeñas, para que ocupen un espacio menor; los animales han visto reducidos sus espacios y cada vez hay menos lugares para la naturaleza; en el transporte público se ha perdido incluso el espacio vital. Cada uno ocupa el lugar no que le corresponde, sino el que el sistema le asigna dirían algunos teóricos y filósofos; no hay lugares comunes, cada uno ocupa un espacio diferente. Pero ocupar un espacio evidencia que se vive y que no se ha dejado un hueco aún.
El espacio debe ser, por tanto, considerado por la relevancia que posee; en este sentido, diferentes académicos latinoamericanos, de aquí y de acá, han empezado a generar teorías geopolíticas y geolocalizables lo cual, nuevamente, reivindica al espacio, dejando fuera teorías de más allá nuestros litorales. Pensemos entonces en el espacio como una esencia… a la que debemos cuidar por una cuestión de vida ¿no?

*Maestro en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. antonio.gonzalez@ired.unam.mx

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