El cuerpo: entre lo biológico, el alma y la razón

 en Marco Antonio González

Marco Antonio González Villa*

Cuerpo es uno de los conceptos que más definiciones posee, con más usos en diversos contextos: puede ser aquello que tiene extensión limitada perceptible, límites de órganos y sistemas, densidad en las bebidas, medida en carrera de caballos, tamaño, lo que se dice en una obra o escrito quitando índices y lo previo, talla, lo que se encuentra entre los pies y la cabeza, lo que conforma la figura de una persona, estructura y sostén de la célula, la persona víctima de un crimen definida como cuerpo del delito, objeto de deseo, motivo, y así podríamos seguirnos. Sin embargo, desde lo académico y, en específico desde las ciencias médico biológicas y las ciencias sociales, su abordaje es complejo, no necesariamente de explicar, sino de asimilar por los lectores.
El cuerpo es el territorio del amor… es el gran escenario donde se cumplen las humedades, las erecciones, las transformaciones endocrinológicas, la secreción de determinadas sustancias… es territorio, es escenario, es lugar, es el espacio… dice Germán Dehesa en su papel de psicoanalista en la película Cilantro y perejil, dejando en claro que es en cada cuerpo en donde suceden infinidad de experiencias, procesos, cambios, heridas, enfermedades… en donde se enmarca la vida diré, pero no sólo en su plano biológico, sino también emocional y psicológico.
El cuerpo es ejemplo vivo de una multidimensionalidad que incide en la conformación del ser, por eso, pensar en el cuerpo solamente en un sentido biológico y orgánico, aísla y escinde los aspectos cognitivos y sociales que lo dotan también de significado; cada factor que lo conforma y determina posee un sentido autónomo, pero también, al mismo tiempo, se entrelazan. Así, para Piaget las funciones cognoscitivas prolongan las regulaciones orgánicas y constituyen un órgano diferenciado de regulación de los intercambios con el exterior. Gesell y Frostig, por su parte, dejaron en claro como el desarrollo biológico y neurofisiológico del cuerpo, desarrolla también procesos psicológicos importantes, necesarios para el aprendizaje y la adaptación. El cuerpo no representa la esencia de una persona, no la define, es sólo lo que materializa su existencia, por tanto. En el cuerpo el otro siempre está presente, desde su concepción hasta la significación que se le brinda a otro cuerpo, teniendo entonces un sentido sociocultural: debe ser cubierto socialmente incluso.
Pero el cuerpo, aunque necesario, también es una cárcel para el alma dice Platón, porque se centra en los placeres, no necesariamente usando la razón: debo tener un cuerpo… hay algo de oscuro en mí… dice Deleuze. El cuerpo es peligroso y corre peligros. La razón pareciera ser entonces eso que fusiona a lo biológico orgánico con lo metafísico del alma y da cuenta de una persona, de un sujeto dirían los de sociales y puede salvarlo, ya sea del error o del pecado.
Pero aquí se abre la discusión ¿en qué parte o elemento del cuerpo reside la vida?, ¿en la razón? No, se puede prescindir de ella en un cuerpo vivo ¿en el alma? Un cuerpo sin alma no tiene vida dicen algunos, pero tanto desalmado nos hace dudar de esta idea teológica ¿en el sustrato estrictamente biológico del cuerpo? Físicamente sí, pero si el alma trasciende entonces la vida está más allá del cuerpo. El cuerpo es el escenario de una obra de vida y algún día caerá su telón.
El cuerpo es entonces muchas cosas o algo inasible al mismo tiempo. El cuerpo de mi trabajo no tiene buenas formas, es pequeño, pero intentó fomentar mirar al (los) cuerpo(s) de otra forma ¿cómo defines tú el cuerpo? Inténtalo, verás que no está fácil.

*Doctor en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. antonio.gonzalez@ired.unam.mx

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