El CCH y la UAM, historias que se cruzan

 en Marco Antonio González

Marco Antonio González Villa*

Mirar de cerca las historias del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH), perteneciente a la UNAM, y la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), permite no sólo conocer parte de su grandeza y testificar la autonomía que, de inicio, las caracteriza, da también la posibilidad de encontrar elementos comunes y coincidencias que las hermanan y generan puntos de encuentro entre ambas instituciones del saber.
Surgieron en la década de los setenta, de hecho el CCH está celebrando en estos días 48 años de vida, producto de dos razones principales: la primera, la oficial, era necesaria su creación debido al crecimiento demográfico que se presentó en México, y en muchas otras partes del mundo por cierto, lo que obligaba a generar espacios para que la mayoría de la población adolescente y joven pudiera continuar con sus estudios; la segunda razón, la no oficial, respondía a un pago de culpas por lo ocurrido en 1968, lo que llevó a Luis Echeverría a intentar dar una apariencia de alguien preocupado por la educación y los alumnos de nivel medio superior y superior que, dentro de lo positivo, trajo la creación de varios planteles.
Una segunda gran coincidencia la encontramos en la forma en que sus proyectos educativos originales se vieron enriquecidos y trascendidos por la visión de los profesores fundadores: la experiencia y/o significación que los profesores tenían del 68, su postura ante un gobierno que prohibió el rock y diferentes expresiones juveniles, así como la llegada de profesores provenientes de diferentes países de América del Sur que venían huyendo de las dictaduras militares, conformó grupos de docentes comprometidos socialmente, preocupados por generar condiciones desde las aulas que impidieran la repetición de los errores cometidos por su gobierno y con un pensamiento crítico y reflexivo que alimentaban y desarrollaban en sus alumnos; cada uno de estos aspectos siguen presentes y forman parte de sus respectivas esencias.
Cada una de estas instituciones del saber han logrado un prestigio y un reconocimiento de la calidad que ofrecen al país en el ámbito de la educación, aspecto en lo que coinciden también, sin embargo, el último elemento en común, y que probablemente unirá paulatinamente a otros colegios y Universidades, lo encontramos en las movilizaciones que buscan mejorar las condiciones laborales y económicas de sus profesores, que ha sido uno de los factores principales de la huelga que vive la UAM y la razón del último paro de los CCH. Es un hecho que dar clases en alguna de ellas siempre será motivo de orgullo, pero también parece justo que, por lo que han logrado históricamente, podría valorarse más su función.
Haber tenido la suerte de estar como alumno en ambas instituciones, algo más en lo que coinciden, así como trabajar hoy para CCH Naucalpan, me hace valorar la labor de sus profesores y desear que, en un acto de justicia, se incremente su salario, mostrando así mayor aprecio por su labor, lo cual políticamente no ha llegado. Por eso esperamos que, un día, coincidentemente, el CCH y la UAM, y todas las instituciones que dependen del gobierno federal, reciban un incremento precisamente en la valoración y el aprecio de su labor, traducido en una mejor remuneración económica. Sería bueno y justo ¿no?, esperemos que sea pronto y que, por el bien de todos, todo llegue a buen término.

*Maestro en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. antonio.gonzalez@ired.unam.mx

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