Educar para reconstruir y restablecer el tejido social
Miguel Ángel Pérez Reynoso*
Vivimos tiempos difíciles, tiempos adversos llenos de amenazas, acechanzas e incertidumbres; en donde lo único seguro es que nada está seguro, todo ello interpela al trabajo de los docentes al interior de las escuelas. La duda de la escuela y la vida de las instituciones educativas está íntimamente relacionada con el contexto actual lleno de acechanzas, riesgos e incertidumbres.
El tejido social es la forma de cómo se construyen y se articulan los pliegues sociales y las diversas maneras en que la vida de la sociedad se va construyendo y reconstruyendo desde sí misma con la ayuda de las acciones y las propuestas de los sujetos que forman parte de ella. La ruptura del tejido social se debe a una serie de acciones anónimas, o de iniciativas que dañan la propia estructura, junto con sus componentes y cuyos riesgos a veces son irreparables.
La integración del tejido social, dentro de la estructura y del sistema, se hace visible a través de vínculos, adhesiones, cruzamientos y entrecruzamientos, y también de cómo poder distinguir, de cómo una pieza de la sociedad se engarza a otras muchas, generando una especie de entramado sistemático en donde se puede visualizar cómo los distintos componentes se vinculan y articulan entre sí.
Los problemas del tejido social, es que hoy se reconoce que estamos ante un daño y sus distintas formas de vincularse, de igual manera, estamos ante un riesgo estructural del cual se generan rupturas, escisiones, rompimientos, etcétera; ello es grave por sí mismo, ya que el tejido social también es Interdependiente entre los componentes que lo unen y hoy todos o la gran mayoría están dañados o fracturados.
El problema al que asistimos y que se vive en la mayoría de las instancias de la estructura social, es que de facto tenemos instancias malignas, dentro de las que destacan el crecimiento del narco y las distintas mafias, las cuales han servido, entre otras muchas cosas, para retardar el desarrollo y para concretizar un escenario atípico de amenaza permanente en contra de la propia sociedad y cuya amenaza no sólo pone en jaque a las y los ciudadanos, sino que también ha puesto en jaque a la gran mayoría de las instituciones.
De esta manera tenemos una serie de prácticas y la conformación de organismos y agencias sociales, que viven al margen de la ley y que crean nuevas leyes y formas de relacionarse, contribuyendo a que la sociedad como tal, se cimbre desde sus propias estructuras.
Dos fenómenos más con los que vivimos últimamente, tienen que ver con el incremento de esta sensación de riesgo, me refiero al galopante crecimiento de secuestros y la desaparición de personas. Sobre todo de gente joven, hombres y mujeres que viven de manera especial las situaciones de riesgo sin que nadie haga algo para neutralizarlo. El clima de inseguridad y el deseo por la llegada de una seguridad para las personas, es otra forma de vivir el llamado deterioro en el tejido social.
Un asunto más ligado a lo anterior es la sospechosa inversión para el desarrollo urbano. Hoy la ZMG prácticamente está invadida por un galopante proceso de inversiones en desarrollo, en la conformación de casas, viviendas y sus respectivos servicios. Se habla de un rentable negocio de la llamada narco construcción, que beneficia a una instancia y a la alianza, que incluye esferas de gobierno con instancias de la mafia y que termina por beneficiar a ambos, pero perjudicando a la mayoría de personas dentro de una sociedad que no ha sido capaz de resistir.
En el otro lado de esta realidad institucional se encuentra la educación, las prácticas educativas y los fines, valores y la filosofía de las prácticas y concepciones pedagógicas. La educación es un gran escaparate integrado por un conjunto de dispositivos los cuales están pensados en idear nuevas armas de conocer y de actuar en educación.
Es lamentable reconocer lo que estamos viviendo en las últimas fechas, al ser testigos de que la sociedad actual se desquebraja desde sí misma. La educación es el antídoto, es la medicina para curar todos los males de un fenómeno que camina devastando todo lo que encuentra a su paso.
Reconstruir el tejido social es mucho más difícil y riesgoso que destruirlo, devastarlo o pulverizarlo como está sucediendo hoy en día. Es necesario sumar esfuerzos y talentos, combatir de manera creativa todas las instancias que se aferran a destruir lo que ha costado mucho por crearlo.
Educadores, investigadores, intermediarios en el campo de la educación, todas y todos debemos unir los esfuerzos para reconstruir el tejido que la sociedad necesita y que sirva para preservar las propuestas de educación por la paz, convivir sana y respetuosamente y, como decía Salvador Allende, debemos caminar libremente por las calles… sin que nada, ni nadie te lo impida.
*Doctor en educación. Profesor–investigador de la UPN Guadalajara, Unidad 141. safimel04@gmail.com