Educar frente a la política
Miguel Bazdresch Parada*
En estos meses, casi todos los asuntos públicos y algunos privados pierden interés en la población. La población cada día que se acerca el día de votar incrementa la preocupación por quién ganará, pues las dos candidatas, cada una de uno de los dos grupos políticos fuertes del país, estarán en campaña y los planes, los dichos, las adhesiones de una y otra capturan las noticias, impresas y electrónicas, y los demás temas parecen entrar en una especie de velocidad neutra.
Puede pensarse en una cierta capa impermeable capaz de evitar que escuelas, maestros, estudiantes, padres y madres de familia, funcionarios y otros trabajadores de la educación no se “mojen” con los vaivenes políticos. No hay tal. Las elecciones de este siglo XXI no se explican sin tomar en cuenta la participación del personal sindicalizado. El voto de los maestros, maestras y las personas alrededor de ellas y ellos ha sido decisivo para el resultado.
Se pueden comparar los movimientos de maestros en el sexenio del presidente Peña con los sucesos en este sexenio, dizque de izquierda. Peña sufrió (es decir, sus secretarios de educación) a la Sección 22 y otros grupos del sindicato, sufrió los embates contra el Instituto Nacional de Evaluación Educativa, y con los vaivenes de la líderesa del sindicato, sobre todo en los temas de las nuevas plazas y su asignación. La política del campo educativo en este sexenio ha sido silenciosa, tenue, rápida para frenar cualquier brote de ruido y demandas no aceptables por el régimen. Tenemos, como antaño, en los tiempos idos de la revolución institucional, a una persona que fue titular de la Secretaría de Educación Pública como gobernadora de un estado de la federación.
Si se tiene interés en la política, el campo educativo es un buen lugar para cultivarlos y gozarlo, aunque también sufrirlo, pues nuestro mundo político es complejo y difícil. Por otra parte, si no se tiene interés político, el trabajo por la educación se puede hacer sin problema. Más aun, la escuela, los maestros y los estudiantes son un lugar y unas personas capaces para aprender de política en general, y de la política concreta que se realiza en el territorio en el cual vivan y trabajen.
Hay centros escolares en los cuales se tiene la costumbre que los estudiantes elijan entre ellos un grupo de representantes para gestionar sus intereses. En éstos puede estar la organización de los estudiantes de cada grupo escolar para realizar y cultivar sus intereses culturales: deporte, música, teatro, canto, ayuda a estudiantes con dificultades, aprender a estudiar y otros. Lo educativo de estos intereses concretos está en hacerlo de modo que sean los estudiantes quienes lo imaginen, lo planeen, se asesoren, y lo emprendan. Si en verdad los alumnos se organizan y se gestionan entre ellos, con la mirada de apoyo de los mayores, aprenderán a pasar de un interés individual a uno colectivo, de buscar quien decida lo “que hay que-hacer” a ser ellos y ellas quienes decidan y, por tanto, aprendan a bregar con las consecuencias. La política es esa acción de llevar a los hechos las bondades de lo pensado.
*Doctor en Filosofía de la educación. Profesor emérito del Instituto Superior de Estudios Superiores de Occidente (ITESO). mbazdres@iteso.mx