Educación invisible

 en Miguel Bazdresch Parada

Miguel Bazdresch Parada*

Es frecuente escribir, platicar y hasta reunirse a conversar sobre la educación y sus problemas. La lista puede resultar abultada según el conocimiento y experiencia de los interlocutores. Bajo presupuesto, objetivos inalcanzables, creciente desinterés de los estudiantes, profesores con pocas oportunidades de actualización, autoridades con limitaciones políticas y sociedad cansada de exigir y en búsqueda de otras oportunidades de preparación fuera de la escuela, aun a costos elevados.
La educación parece así, un ente desdibujado, envuelto en velos y con resultados intrascendentes al menos para una mayoría, quizá por razones extra educativas, que no puede iniciar caminos exitosos después de cumplida la escolaridad obligatoria. La organización social de nuestro mundo occidental privilegia la competencia y son los más competentes quienes tendrán fortuna en términos de los ideales al uso de nuestra sociedad. Lo menos competentes siempre estarán dicho en lengua futbolera, a media tabla. El resultado del esfuerzo educativo se torna gris, siempre necesitado de “más de todo” y a la vez se le otorga, verbalmente, la mayor importancia. Parece que la realidad educativa es invisible.
Cristóbal Cobo, investigador español, describe la situación educativa así:

“El clima está cambiando. Cuando en las noticias se escucha hablar de educación, usualmente es para oír sobre problemas, crisis, dificultades, o bien para dar cuenta de alguna iniciativa de reforma o transformación educativa. Esté en crisis o en cambio, está constantemente expuesta a conflictos de intereses que desagregan todo eso que entendemos por “educación”, convirtiéndola en un confuso nudo, aparentemente ciego, que parece existir desde siempre. Es interesante observar cómo esta situación se manifiesta de distintas maneras, pero a escala planetaria” (1).

¿Dónde quedan las acciones del gobierno, de las organizaciones dedicadas a la educación, de las personas dedicadas al aprendizaje y la preparación para el futuro, y de las familias por facilitar a sus hijos el recurso de una buena educación? ¿La situación del sistema realmente invisibiliza la educación?
Es probable iniciar un camino diferente para pensar la educación, pues los resultados de muchos trabajos que tratan de proponer mejoras, a partir de críticas a veces despiadadas, en los hechos no resultan practicables. El enorme tamaño del sistema nacional, la centralización administrativa, la formación de profesores, y todos los defectos que se repiten día a día, piden “salir de la caja” y pensar de otra manera.
Existen al menos cuatro ejemplos a nivel universitario que merecen atención: La universidad de la Tierra, la universidad del Mar, la universidad del medio ambiente (UMA) y la universidad campesina e indígena en red (UCI) son ejemplos hoy en operación de cómo cuando se piensa desde otro punto de partida, no desde los defectos, sino desde los propósitos y lo que conocemos propicia las prácticas diversas, acordes con las realidades del país y con las condiciones de estudiantes y profesores. Son realidades alternas en resistencia frente a las prácticas usuales y con logros reales y notables.
Salir de la “caja”, reaprender cómo la realidad social del país, múltiple, fragmentada, diversa pide educaciones acordes con la diversidad de lugares y momentos. Una educación pensada desde el interior de las comunidades, grupos, para validar sus demandas y modos en diálogo con el proceso educativo de cada uno de sus estudiantes posibles. Así, la nación retomará su fuerza desde dentro.

(1) Cobo, C., Moravec, J. “Introducción al aprendizaje invisible: la (r)evolución fuera del aula – Reencuentro, núm. 62, diciembre, 2011, pp. 66-81. Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochimilco. Distrito Federal, México.

*Doctor en Filosofía de la educación. Profesor emérito del Instituto Superior de Estudios Superiores de Occidente (ITESO). mbazdres@iteso.mx

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