Día del amor

 en Jorge Valencia Munguía

Jorge Valencia*

El 14 de febrero de cada año los novios celebran el amor con un beso, un globo y una publicación en Facebook que justifica ante los demás el sentimiento cuya intimidad no basta. Los más grandes entregan una tarjeta de Hallmark y comparten una cena con velas. Los esposos se obsequian una mirada y un abrazo que, de festejarse en Irak, significaría salir con vida de una lluvia de balas.
Los que no son novios pero quieren pasar del escalón del flirteo al apretón sudado de manos, recurren a la fauna del peluche más expresivo. Los comerciantes de artículos de ocasión son quienes aplauden mayormente el día. Los restaurantes se preparan con adornos hechos con corazones y frases cursis e impersonales colocadas sobre muros que se aplican lo mismo a quien está a punto de confesar que está embarazada que a quien se entera que tiene cáncer de colon.
El Día del amor y la amistad es un día incómodo para quien no es novio de nadie. Los colegios aprovechan para encauzar sus proyectos educativos hacia la reinscripción. El Gobierno difunde una nueva campaña en aras de la próxima contienda electoral y los padres de familia llevan a casa donas de empresas trasnacionales para cenar como la antítesis de la caricatura de los Griffin. No es una ocasión para replantear posturas afectivas ni convicciones acerca del aborto sino un día cualquiera con el temor adicional de pasar por mala persona si no se felicita a alguien. Hay un par de mimos, una frase trillada y un sueño que comienza más temprano que de costumbre.
“El burlador de Sevilla” podría ser el patrono de la celebración si el enamoramiento de las mujeres fuera considerado un acto de santidad. Aunque en algunos casos así podría ser (hay a quien cuesta mucho trabajo querer), el desenlace de la obra niega toda posibilidad. En Tirso de Molina, Don Juan termina pagando sus culpas. En cambio, romántico al fin, en José Zorrilla basta el arrepentimiento para alcanzar el perdón de Dios.
La figura de don Juan pertenece a la tradición hispánica. El galán como prototipo de aventura y modelo de virtudes masculinas es parte de nuestra genética cultural.
En México, el prócer de la conquista femenina es Mauricio Garcés, quien el 27 de febrero cumple 26 años de muerto.
No existe mexicano consciente de su identidad nacional que no venere los recursos amatorios de Mauricio Garcés. Libanés de origen pero nacido en Tampico, Mauricio Garcés representa al hombre y su vocación de acechador de damas.
Mauricio Garcés pertenece a la estirpe histriónica de quienes trascienden la profesión para llevar el personaje a su vida cotidiana. Nadie se acuerda de él como actor. En realidad, era mal actor. Al parecer, tímido y apocado y con complejo de Edipo. Pero el personaje que logró crear pudo repetirse de manera brillante en las casi 70 películas que filmó, a pesar de las carencias y defectos cinematográficos cometidos por los seudocineastas que privilegiaban el estreno exprés por sobre la calidad narrativa. Compartió los besos y las frases ingeniosas con actrices como Elsa Aguirre, Irma Lozano y hasta Silvia Pinal.
Cuarentón simpático y playboy de una época glamorosa donde aparece un México que aún ofrecía esperanzas de vida, Mauricio Garcés es la figura icónica del eterno seductor. El que siempre tiene las palabras precisas y las caricias prometidas para que una mujer, sea cual sea su estado civil y su condición física, caiga en el sopor anestésico de su encantamiento. ¿No es esto lo que hacen los poetas con sus lectores, los mártires de la Patria y los santos con sus feligreses?
Bien podría bautizarse el 14 de febrero como el día de San Mauricio Garcés. Al menos tendríamos algo que celebrar. ¡Arroz!

*Director académico del Colegio SuBiré. jvalenci@subire.mx

Comentarios
  • Nicandro Gabriel Tavares Córdova

    ¡Excelente artículo mi muy respetado Director académico! Un breve comentario: Yo tuve el gusto de conocer personalmente a Don Mauricio y este pobre hombre, tanto dentro de los foros como en su vida nocturna o bien en el Hipódromo de las Américas en donde tenía algunos caballos de carrera, tenía la obligación SIEMPRE, de no perder la galanura. Un abrazo.

  • Ruth Romo Flores.

    Mi ídolo, Mauricio Garcés, películas divertidas, sanas y nos remota al tiempo de pocos habitantes en la ciudad de México.
    De nuevo, felicidades por tus artículos Jorge.

  • Fabian De Loza Carmona

    El Mau Garces…
    Casi mentor de mi parte “guarra-albu-sedu-sexy-vocabulary”…Jajajaja!
    Excelente articulo! Un abrazo!

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