Derechos humanos ¿quién vela por ellos?

 en Marco Antonio González

Marco Antonio González Villa*

En días recientes me tocó escuchar un comercial de la CNDH en el que señalan que el Estado tiene una deuda histórica con muchas víctimas, lo cual implica que, en muchos casos y ocasiones, la Comisión no ha actuado de acuerdo con sus obligaciones, que implican observar, proteger, promocionar, difundir y estudiar los derechos humanos que se encuentran bajo el amparo del orden jurídico mexicano; estas omisiones o falta de responsabilidad, ha propiciado diferentes reacciones y opiniones entre la población.
Las significaciones sociales en torno al papel de la Comisión dejan ver, en un porcentaje significativo de la población, una falta de credibilidad a su función y rol, un desconocimiento de sus logros dada su opacidad histórica, así como diferentes malentendidos sobre su campo de acción. Aquí, por referir un ejemplo, es cada vez más común encontrarse a padres y madres de familia, al menos en mi estado, que amenazan a una escuela con “echarles” a Derechos Humanos por no ponerle una calificación alta a sus hijos o hijas, por no querer cambiarlos de turno o por no darles la razón en una situación en la que no la tienen, acción y actitud que tiende, en ocasiones, a ser reforzada y alimentada por supervisores escolares, que terminan exigiendo a una institución que se cumplan todas las demandas del padre o la madre para evitar que llegue alguien de la Comisión; este reforzamiento ha logrado empoderar, sin bases, a muchas personas que empiezan, así, a minimizar y desvalorizar el papel de los docentes, llegando incluso a faltarles el respeto. Pero esa es otra historia.
Esta situación genera muchas dudas, ya que pareciera que la Comisión está más preocupada y enfocada a subir calificaciones antes que atender problemas graves, como la atención a víctimas de delitos, o bien, velar por garantizar derechos básicos como el Derecho a la vida y a la educación o defender a mujeres maltratadas, personas pobres o discriminadas.
Evidentemente, hace falta una cultura de difusión, a través de medios, en las escuelas, en instituciones sociales, entre muchos otros espacios, en los que se compartan y especifiquen sus funciones, nombres de personas responsables, así como sus alcances. Sería bueno también que incluyeran en la comisión a personas apolíticas, no necesariamente abogados, pero que dispongan de un prestigio y honorabilidad reconocida y validada socialmente, no sólo por los partidos o sus representantes; de esta manera se garantiza, en mayor medida, la igualdad en la atención y no se cubran las fallas de miembros de sus respectivos partidos.
Creo que es claro para todos que, con voluntad, una educación que fomente los valores y la ética desde el seno del hogar haría innecesaria, en algún momento, a la Comisión, pero mientras no haya ese compromiso familiar y social, la CNDH tendrá que corregir entonces el rumbo y empezar a pagar su deuda y hacerlo pertinente y necesario para garantizar y velar por los Derechos de cada habitante del país, o, también, como ha venido ocurriendo en este sexenio, que justifiquen con solidez los recursos que les son otorgados por el Gobierno Federal, o correrá el riesgo de ser eliminada, dada su ineficacia y falta de resultados. Confiemos en su disposición a pagar.

*Doctor en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. antonio.gonzalez@ired.unam.mx

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