Democracia y educación fantasmal

 en Miguel Bazdresch Parada

Miguel Bazdresch Parada*

Nuestra democracia mexicana tiene muchos puntos a favor. Tenemos dos principales. Uno, quien llega al poder gubernamental es quien obtiene la mayoría de votos. Dos, la seguridad de quien tiene los requisitos para votar pueda votar; y si no lo hace es por su voluntad. Con estos dos puntos a favor la población tiene certeza en la operación y de los resultados electorales. Es un logro muy importante. Se puede decir que la democracia es un proceso educativo, en especial de educación ciudadana o mejor educación para convivir como ciudadano.
Instaurar esos puntos a favor para lograr la certeza electoral no ha sido fácil en nuestro país. La lucha por lograrlo suma muchos años, muchas voluntades para vencer la oposición a ese modo y el cuidado de operar el ejercicio electoral con muy aceptable limpieza y verosimilitud. No sin equivocaciones y dificultades para resolver los problemas no previstos. Y también con muchas correcciones necesarias en el camino desde 1996 a la fecha.
En estos días el país vive un diferendo sobre las normas electorales. Una propuesta del gobierno federal cuyos puntos centrales se cuestionan porque, se dice, atentan contra la certeza electoral. Y una cerrazón, que roza en el capricho, para evitar la discusión, el debate y la objetividad frente a la propuesta del gobierno. El proceso democrático para definir la operación, precisamente, de las elecciones debe ser una joya democrática a fin de tener legitimidad. Este requisito, moral sí, y a la vez lógico, pues la democracia no puede ejercitarse para imponer decisiones y modos que no son resultado del ejercicio democrático que define tales modos y decisiones, así sean legales.
La situación tiene pocas posibilidades de llegar a un debate democrático. La causa principal es la polarización en la cual estamos viviendo en este país. Cada grupo con sus ideas y con sus modos de atacar al otro. Estamos viendo sin caer en la cuenta del fantasma que recorre el país: el fantasma del absolutismo con el cual se instaura la democracia fantasmal. Estamos muy cerca cada día pues al evitar el diálogo y mostrarse la fuerza de cada parte, descartar un verdadero debate y despertar animosidades, cultivamos ese fantasma.
En este contexto se publican declaraciones de funcionarios de la Secretaría de Educación Pública en el sentido de ideologizar con base en los libros de texto gratuito. Habrá libros de textos nuevos para enseñar la ideología de izquierda propia de la Cuarta Transformación. Pasamos así de educar para pensar y contribuir a la patria, a educar para mantener una ideología, al menos hoy, muy criticable
A los políticos en el poder no les gustan los ciudadanos, a no ser por su voto sin pensar. Los ciudadanos formados en el imperativo moral de la participación cívica y política no aceptan políticos que los ignoran, es decir no aceptan la democracia fantasmal. En el fondo, promover ideas sin promover la capacidad de pensarlas hace nulo el voto y el esfuerzo por educar en una ideología. Hace muchos años que México, pueblo y gobierno, sostienen una educación libre, para la libertad, fuente de justicia y convivencia. Democracia fantasma promueve educación fantasma.

*Doctor en Filosofía de la educación. Profesor emérito del Instituto Superior de Estudios Superiores de Occidente (ITESO). mbazdres@iteso.mx

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