De la violencia a la sana convivencia al interior de nuestras escuelas

 en Miguel Ángel Pérez Reynoso

Miguel Ángel Pérez Reynoso*

Aunque todos sabemos que son verdades de perogrullo decir que los actuales son tiempos difíciles, en donde las ideas y las prácticas educativas son fuertemente cuestionadas por nuevas demandas y por conducto de las llamadas problemáticas emergentes, es decir, por los problemas de tercer milenio.
La escuela como institución educativa vive actualmente una serie de asedios y escenarios inéditos, el tejido institucional se ha deteriorado fuertemente o, en muchos de los casos, está fracturado de tal manera que las escuelas y sus prácticas se sostienen con hilos muy delgados que tienden a romperse.
El problema de fondo no son sólo las malas prácticas y el excesivo autoritarismo desde la figura de los docentes y el resto de los agentes educativos, el problema también es la pérdida de legitimidad de la escuela como una institución que educa.
Ante ello, no es posible contar con una propuesta global que responda por igual ante problemáticas tan complejas con manifestaciones específicas o, incuso particulares, pero si con criterios o lineamentos básicos para actuar.
El problema de las violencias al interior de las escuelas (de educación básica) es un problema muy complejo que amalgama nuevos elementos con las viejas variables que ya conocíamos. Los nuevos formatos, los cuales están asociados a la violencia como estrategia de vida y de convivencia, en muchas ocasiones no han tenido una respuesta educativa adecuada.
De igual manera, el problema de la violencia tanto escolar como social es que ha penetrado gran parte de las estructuras, ha minado el tejido de las instituciones y ha modificado la cultura de relacionarnos, su proceso ha sido lento pero permanente. En contraparte, el asunto de las propuestas para entenderlas y contrarrestar el sesgo negativo ha sido intermitente, con propuestas aisladas, poco sólidas y con visiones localizadas en distintos puntos.
La aspiración de una sana convivencia en contraposición a la convivencia sana, que termina adjetivando el asunto de lo sano, deberá construirse desde abajo y entre todos. La Red Iberoamericana de Convivencia Escolar, es un excelente escaparate que coloca en manos de las y los educadores una serie de propuestas valiosas.
Lo primero en lo que tendríamos que estar de acuerdo, es que ante el problema de la violencia (tanto dentro como afuera de las escuelas) es que sí hay soluciones y que éstas pasan a través de distintas propuestas educativas o de una sola que se despliegue de distintas maneras.
Para ello, es importante rescatar prácticas valiosas y buenas experiencias en el campo de la sana convivencia, las cuales deberán de provenir de experiencias focales o de pequeñas cosas, que hayan generado resultados satisfactorios.
La sana convivencia se construye, primero a partir de la disposición por querer hacer cosas diferentes, pero más adelante a partir de pensar con ese elemento central de que la violencia al interior de la escuelas si tiene solución.
Es triste ver cómo en muchas escuelas, sobre todo del nivel medio, la violencia, las descalificaciones y la intimidación forman parte del tejido institucional que sirve como soporte básico en su vida cotidiana. Tanto docentes como autoridades educativas son reproductores del clima de intimidación.
Necesitaos sistematizar lo que hemos hecho bien en el campo, pero también lo que hemos hecho no tan bien y, a partir de ahí, trazar líneas de acción, propuestas que se vayan desplegando poco a poco. Yo no creo mucho en las iniciativas que se pactan y que se trazan desde arriba, más bien esta iniciativa deberá tejerse a partir de pequeñas cosas con una nueva narrativa que le dé sentido y que vaya acumulando saber y capital. En ello, es bueno pensar en la incorporación de nuevos educadores por la sana convivencia, que formen parte de un movimiento estatal o nacional con ese mismo nombre y crear espacios de diálogo, en donde las y los educadores se reúnan a partir de sumar esfuerzos y que sus iniciativas vayan en la perspectiva de un proyecto común en construcción, es decir: un movimiento cuya consigna central sea por la creación de una vida escolar libre de violencia.

*Doctor en educación. Profesor-investigador de la Unidad 141 de la UPN Guadalajara. mipreynoso@yahoo.com.mx

Comentarios
  • verónica vázquez-escalante

    Definitivamente no hay nada que discutir en contra de la propuesta que usted marca. Ojalá llegara al punto que enverdad se pueda aplicar apelando también al sentido común de docentes que intervengan para evitar la mala convivencia. Rescatar el civismo en la educación y en lo social tendría mucho mas cosas a favor. Felicidades

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