Consulta e impartición de historia: crónica de un fracaso anunciado

 en Marco Antonio González

Marco Antonio González Villa*

Cuando uno se pone a investigar, encontramos que la forma en que las escuelas de Alemania abordan el tema de la Segunda Guerra Mundial es con total objetividad y sin matices, con la finalidad de que la comunidad estudiantil no crezca entre mitos y mentiras, al mismo tiempo que tengan una formación que impida se repita en el futuro un fenómeno como lo sucedido con el nazismo.
Ya en esta semana tanto Miguel Ángel Pérez como Jaime Navarro, a través de sus editoriales en este portal con un mensaje social claro, por lo que simplemente intentaré complementar sus propuestas añadiendo otros elementos de análisis, ligados a la insuficiente formación cívica, ética y ciudadana que reciben los y las estudiantes, tanto en la escuela como en casa.
En el presente texto inicié refiriendo el caso de Alemania porque lo considero un ejemplo a seguir, en donde, con responsabilidad y un profundo compromiso social, no se niegan, ocultan o minimizan los errores cometidos en la historia y se exponen con claridad a la comunidad estudiantil, lo cual se contrapone en ocasiones con la información que se maneja en la familia, sobre todo cuando algún antepasado formó parte del grupo de personas que cometieron crímenes. Hay ahí una confrontación que obligará, moral e intelectualmente, a cada estudiante a buscar información por su cuenta, que le permita formarse un criterio personal. Es una postura educativa interesante, porque ha favorecido el pensamiento crítico y la argumentación tanto para los que defienden la historia, como para aquellos que la cuestionan.
Lamentablemente México se encuentra lejos de tener una propuesta educativa en las aulas que se acerque o, se implemente buscando generar el cuestionamiento de la historia. La corrupción y los actos reprobables de los expresidentes son un tema que, por el compromiso y responsabilidad social, deberían ser abordados en las aulas; pero el hacerlo implica, para algunos dirigentes estatales y educativos, develar una postura política que está prohibida y es impensable en las aulas. Situación curiosa si partimos del hecho que, en México, muchas escuelas, autoridades y subsistemas, señalan seguir principios educativos de grandes pensadores como Paulo Freire, para quien el proceso educativo es siempre un acto político, mediante el cual se puede fomentar la emancipación de los individuos. Pero la negación y ocultamiento de la historia no lo fomenta, obviamente.
Sin formación e información en las escuelas, con campañas mediáticas que atacaron los fines de la consulta, con personas de un bajo compromiso cívico y político, era evidente que toda la población menor a 24 años no iba a participar, lo que ya reducía un alto porcentaje de la población votante. Hay también dos preguntas que debemos considerar con relación al fracaso de la consulta ¿a qué edad surge o se despierta la conciencia política?, ¿cómo se forma la conciencia política en los estudiantes? Nuevamente observamos lo poco significativo y el poco impacto que tiene la escuela en la formación de conciencia cívica y política en los estudiantes. El fracaso era algo que ya se sabía iba a ocurrir, no obstante, permite observar que hace falta abordar lo político y la historia con mayor profundidad y buscando dejar un mayor desarrollo del pensamiento crítico. Pero, me queda claro, mientras sigan dirigiendo figuras políticas los subsistemas educativos, esto seguirá ocurriendo; no fui claro, lo sé, pero dejo a ustedes las conclusiones. ¿Lo educativo como acto político? ¿Cómo lo estamos entendiendo? Se vale debatir.

*Doctor en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. antonio.gonzalez@ired.unam.mx

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