Cambios de directores en instituciones de educación superior de la SEJ Y una base de trabajadores muda, sorda y ciega
Miguel Ángel Pérez Reynoso*
A partir de la entrega anterior en la que di cuenta de los asuntos de fondo y de forma, y junto con un complemento en clave autobiográfica acerca de los términos de la convocatoria para nombrar a directoras y directores en las 11 escuelas Normales, 3 CAM y los 3 posgrados pertenecientes a la SEJ. Un colega que revisó el artículo en cuestión, me decía acertadamente que no daba alternativas y que la gente (de los tres lectores que tengo) iban a quedar insatisfechos con las cosas que afirmo. Y todo ello me llevó a pensar algo en lo que no me había detenido. No existe un margen de alternativa ante una práctica monopólica, no se abre ningún resquicio a la participación democrática. Por lo tanto, concluyo que la alternativa se encuentra en el resto de la estructura de la comunidad de trabajadores académicos y de apoyo que forman parte de las 17 instituciones referidas.
Este ejercicio de otorgar nombramientos directivos, que se decide en la cúpula dirigente y directiva del duopolio SEJ–SNTE, deja fuera a las bases trabajadoras de todas las instituciones. El personal docente y no docente se torna en un sujeto colectivo que se convierte en un conglomerado de sujetos mudos, ciegos y sordos, pero que, paradójicamente, sí ven, sí escuchan y sí hablan. ¿Entonces? Es en su nombre que han decidido nombrar a sus directivos sin el más mínimo cuidado para preguntarles a quién apoyarían o quién les gustaría que sea su líder institucional.
En pleno auge de los enfoques participativos, decoloniales y dialógicos, los sectores de colectivos de las escuelas Normales, de los CAM y de los centros de posgrado (sic) son desplazados y marginados a la orilla del camino para decidir en su nombre, sin sus nombres, de quiénes estarán al frente de las instituciones en las que laboran. Qué lamentable que las cosas sean así. Pues que no estamos en el uso de enfoques dialógicos, participativos y en comunidad. Esto demuestra nuevamente que las designaciones que conllevan los cambios de directoras y directores de las instituciones son decisiones políticas. Bajo este contexto tenemos que este proceso se inscribe en un delicado tratamiento en este laboratorio político y también, ahora que los funcionarios de ambas instancias han sido inyectados por este nuevo virus del futurismo político y de soñar con grandes aspiraciones.
Tal como me decía mi colega de la Universidad Pedagógica, es necesario que las diversas comunidades se organicen y se movilicen desde abajo, que reclamen espacios de verdadera participación y decisión; les van a decir a cambio: “Participa, llena tu solicitud”. No se trata de jugar bajo las reglas de un ejercicio controlado y amañado de origen. Se trata de generar nuevas reglas y de disputar el campo de juego, con la intención de generar procedimientos incluyentes, que garanticen la transparencia a partir de la participación de las comunidades de las instituciones en juego y, junto a lo anterior, inaugurar nuevas reglas, tal como lo hemos hecho o lo veníamos haciendo en las Unidades de la UPN, donde se cita a una Asamblea de todas las trabajadoras y trabajadores y los aspirantes a ocupar el cargo de dirección presentan su propuesta de trabajo, de desarrollo y de gestión para un periodo de cuatro años. Los integrantes de la comunidad tienen el derecho al voto y desde ahí se elige la terna que se llevará ante el titular de la SEJ, para que al final se tome la decisión de designar al director o directora en turno. Todo ello tiene una gran ventaja: existe una legitimidad de origen a partir de la expresión de la voluntad de la base.
Aceptar el formato y las reglas ya anunciadas es aceptar acríticamente y dejar las puertas abiertas a la imposición y al abuso de las autoridades sobre la base de un supuesto sustento legal. Dicho sustento es falso; es la forma que se ha ideado para sacar adelante lo que se ha decidido anticipadamente. Este formato que pretende legitimarse es violatorio de los derechos de las y los trabajadores a proponer y participar, en contradicción flagrante con los principios de diálogo y trabajo en comunidad.
¿Es posible revertir las reglas de un ejercicio controlado y manipulado de origen? Claro que es posible, pero la clave reside en la capacidad de organización y movilización desde abajo a partir de la capacidad crítica de involucrarse y proponer otras formas de ejercicio para nombrar directoras y directores. La puerta está abierta para el cambio, pero, ¿quién le pone el cascabel al gato? ¿Será suficiente un pequeño grupo de trabajadores que levanten la voz y se opongan a estas medidas? Lo cierto es que se requieren voces críticas y acciones conjuntas para que la historia se escriba de manera diferente.
*Doctor en Educación. Profesor–investigador de la UPN Guadalajara, Unidad 141. safimel04@gmail.com
“Mesmamente” pasa en muchos otros sistemas educativos de este poco democrático país
Es lamentable darse cuenta de todo este teatro que no importa quién gobierne en el Edo. No les interesa la educación. Los procesos de selección en directivos son y han sido mera SIMULACIÓN histórica.Eso los docentes lo sabemos muy bien. Bajo la actuación cómplice de la escoria sindical. Lo único que les interesa a las supuestas cúpulas son sus cuates y el voto corporativo. Porque donde todos piensan igual no piensa ninguno. Ah. Y no son tres somos cuatro.