Ayotzinapa: ecos desde muchas voces

 en Marco Antonio González

Marco Antonio González Villa*

Ya son 4 años. La desaparición forzada de los 43 alumnos de Ayotzinapa será una de las manchas y cargas más grandes que llevará a cuestas el presidente saliente. No sólo por la incapacidad e inoperancia mostrada para poder dar una respuesta confiable y cierta a las demandas de los familiares, sino porque hizo aún más evidente la corrupción e impunidad que fueron bandera y estandarte del partido en el poder a lo largo del sexenio.
Lejos de lo desafortunado político, se hace imposible no sentir la incertidumbre y la agonía de cada familiar cuya vida es movida por un saber y un sentir que lamentablemente se hacen insoportables, sostenidos sólo por la fe y la esperanza, por el dolor compartido y por el acompañamiento que se ha hecho desde lo social.
Las voces pidiendo justicia no han cesado, no hay manera, es un hecho que nos incumbe y nos afecta a todos; truncar los sueños y la vida de un joven siempre será un crimen que obliga a reflexionar sobre el tipo de sociedad que estamos construyendo, no sólo desde lo familiar y los espacios académicos, sino también desde lo político y desde la aportación y papel que juega cada uno de los actores sociales en el contexto inmediato.
Este tipo de hechos siguen logrando que se pierda credibilidad en las instituciones y las leyes, de una fragilidad creciente, lo que obliga a crear lazos y repensar las formas de convivencia y de impartir justicia. Hermanados a través de las escuelas, las propuestas de cambio y transformación social parecen ser labores más de los académicos, desde una postura crítica y una reflexión que coloque el dedo sobre las principales fallas del sistema y que transmita a los ciudadanos un conocimiento que posibilite significaciones nuevas basadas en el respeto e igualdad que hoy no se tienen. La mayoría de las movilizaciones en las últimas décadas han surgido por y desde un lugar académico.
Cada uno de los alumnos desaparecidos es una historia que se detuvo, pero no para aquellos que los amaban; los tiempos políticos en su objetivo e idea de ofrecer la verdad y los tiempos de sufrimiento ante la pérdida no encuentran sincronía, por eso se escatiman esfuerzos y recursos ya que no es algo que altere la comodidad de sus vidas.
Resulta claro que si todos hubieran sido un Lucio que golpeaba y cuestionaba desde la pobreza a las altas esferas, los hubieran encontrado pero sólo para ofrecer la certeza de que hubieran recibido un trato de criminales; pero como fueron víctimas no se pone empeño en su búsqueda y se posterga cualquier explicación que dé certezas.
Mientras no se ofrezcan respuestas claras debemos seguir gritando: que los ecos de muchas voces se vuelvan una queja continua y permanente; tal vez así logremos que se escuche y atienda finalmente la voz que pide justicia para cada alumno desaparecido. Ya es tiempo.

*Maestro en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. antonio.gonzalez@ired.unam.mx

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