Asaltos a combis como opción ¿por qué?

 en Marco Antonio González

Marco Antonio González Villa*

Cuando uno mira noticias con cierta frecuencia empieza a encontrar constantes en lo reportado por los conductores, siendo el asalto a combis de transporte público una de ellas lamentablemente. De hecho, una de las frases comunes de los asaltantes al inicio del atraco es “ya se la saben…”, implicando que ya todas las personas tienen referencias y conocimiento de cómo se lleva a cabo el delito y la forma en que deben actuar.
Es también lamentable ver que en muchas ocasiones son adolescentes o jóvenes los asaltantes, lo que nos lleva a plantearnos diferentes preguntas y cuestionamiento en torno a las causas que generan en ellos está decisión y conducta: ¿las becas de gobierno no han sido una solución para este fenómeno?, ¿por qué elegir la delincuencia en lugar de optar por un trabajo o estar en la escuela?, ¿qué propicia que se animen a hacerlo sin conciencia?, ¿la delincuencia es un signo que pone en evidencia la falta de oportunidades y la desigualdad social?, ¿de qué manera educaron padres y madres a los delincuentes?, ¿el robo violento pone de relieve que la ética no es algo inmanente a los seres humanos?, ¿qué puede hacer la escuela para evitar que adolescentes y jóvenes elijan el camino de la delincuencia?
Algunas respuestas que podemos brindar a estas preguntas son de una respuesta simple, otras demandan un espacio mayor al que empleamos aquí, por lo que quedarán como invitaciones para reflexionar posteriormente. Empezamos, entonces, a dar opciones de respuesta: las becas no son una respuesta a diferentes problemas sociales; el ladrón ve mayor ganancia económica y menor esfuerzo y tiempo en el robo en comparación al sueldo de una semana en una empresa o estudiar; una razón para robar es aspirar a lo que la desigualdad y falta de oportunidades no le permite obtener, otra es la impunidad que comúnmente viven los delincuentes; hay una evidente ausencia física o psicológica de figuras parentales que la escuela no puede reemplazar o pensar que puede hacerlo; al robar no se piensa en el daño que se genera al otro-otra, semejante, que, paradójicamente, es alguien cercano en lo económico al ladrón; la escuela no puede prometer ni garantizar que la estadía en sus espacios es signo de progreso, de trabajo bien remunerado, de estabilidad laboral y de eliminación de la desigualdad.
Robar, desde un punto de vista social, es altamente atractivo y práctico: implica segundos para obtener una ganancia, algo parecido al uso de las drogas; trabajar o estudiar no, dado que hay que trabajar muchas horas para percibir un sueldo o estudiar muchos años para, posiblemente, obtener mayores ingresos.
El hambre, la frustración y/o el deseo son elementos presentes en un amplio sector de la población, lo cual puede propiciar, afortunadamente en una minoría, optar por el robo, lo que nos lleva a la conclusión obvia de que es un fenómeno multifactorial. Se requiere atender entonces a muchos factores; la escuela atiende y se compromete con unos, algunos más le corresponden a otros actores sociales. No deslindemos y podremos dar solución entre todos; no se ve fácil ¿verdad?

*Doctor en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. antonio.gonzalez@ired.unam.mx

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