Y los maestros ¿dónde están?
Miguel Bazdresch Parada*
Multitudinarias manifestaciones de ciudadanos y empleados del Poder Judicial tanto federal como local colman calles, avenidas, parques y jardines. Protestan contra la imposición de un probable despido masivo en virtud de las disposiciones de nuevas leyes que determinan nuevos modos de reclutamiento y nombramientos de los miembros de ese Poder Republicano.
La lógica del propósito de elegir a los jueces mediante voto popular no sólo es un tortuoso, costosísimo e incierto proceso electoral, de compleja organización y más compleja vigilancia, sino una idea torcida: el pueblo sabe quiénes son los mejores mexicanos y mexicanas para impartir justicia; esa es la manera de evitar que “gandallas” ineptos y convenencieros no lleguen a esos puestos judiciales. El argumento cae en la falacia cuya expresión popular es “el pueblo elector sabe tanto que no sabe nada”. Además, la sencilla lógica de que el pueblo soberano es también sabio es tan buena, tan buena que resulta equivocada. Véase.
Los maestros que ayudan a educarse a los estudiantes desde los 3 hasta los 26 años, son personas formadas, en constante actualización y atentos a los avances de las ciencias, costumbres y saberes a fin de ayudar, con métodos de eficacia probada, a la formación del talento de la población a fin de llegar a ser hombres y mujeres capaces de aportar al forjado de la vida personal y también la vida social de la república. Entonces, si aplicamos la falacia antes mencionada, a los maestros y maestras también los tiene que elegir el pueblo soberano, pues ellos conocen a los hombres y mujeres que merecen atender la educación de sus hijos e hijas, pues los acompañan al menos 200 días de al menos 6 horas diarias por varios años a fin de aprender cómo pensar, hacer, convivir, trabajar, hacer familia y respetar al prójimo, todas tareas delicadísimas y de gran importancia para una sociedad sana y equilibrada. ¿Dónde están esos maestros que debe elegir el pueblo sabio mediante elecciones abiertas? ¿Es más importante un juez que un maestro para la salud del país?
Otra parte central en la vida de toda sociedad es la salud pública. Los médicos y enfermeros y enfermeras son personas vitales para que las enfermedades se puedan prevenir y si se producen, se puedan atender con la ciencia médica y los cuidados necesarios del cuerpo y la mente de los enfermos, tanto en sus casas como en los hospitales creados para esos fines. ¿Quién confiaría a su hijo o hija a un médico llegado a tal por voto popular del pueblo sabio?
Justicia, educación, salud y otras ciencias (la construcción, la contabilidad, la administración, etcétera) requiere personas formadas en el estudio de la ciencia y la técnica necesarias para dominar los “secretos” de su campo de estudio y aplicarlo a la solución de las demandas y necesidades de la población.
La elección popular de jueces no resolverá ni un poquito las dificultades del país para disponer de un aparato estatal de justicia, eficaz, ético, con sentido humano y entendido de leyes y sus fundamentos. Por eso o elegimos a todos los hoy profesionales mediante voto popular o no elegimos a ninguno. Por mera lógica.
*Doctor en Filosofía de la educación. Profesor emérito del Instituto Superior de Estudios Superiores de Occidente (ITESO). [email protected]