¿Valió la pena luchar?

Luis Christian Velázquez Magallanes*

Existen impulsos humanos que necesitan autocontrol y otros se deben procurar. En mi caso, tengo un vicio arraigado que consiste en indagar la veracidad de aquello que escucho, leo o veo.
La metafísica de Aristóteles inicia con una proposición lapidaria: todos los hombres tienen un impulso natural por conocer. El estagirita acuñó un enunciado con mucho sentido y forma para las reflexiones epistemológicas posteriores.
Las diferentes formas de conocer, tanto tradicionales como las no convencionales, dan muestra de cómo nuestra especie ha buscado adquirir seguridad en un mundo que se presenta como ajeno y lleno de caos; en el fondo Aristóteles explicó que queremos conocer porque anhelamos sentirnos seguros.
Imagine llevar está tendencia por conocer al análisis de cómo las políticas de nuestros gobiernos pretenden resolver los problemas de las sociedades que atienden. Me parece crucial realizar el ejercicio.
Estamos a días de concluir la administración que prometió en campaña una completa refundación. En las promesas o dichos previos a su ejercicio de poder hablaron de la necesidad de modificar de fondo las estructuras y políticas públicas para corregir el rumbo en el Estado. Tenían y ofrecían un diagnóstico muy puntual de qué hacer y se llenaban la boca de una frase muy característica: urge una refundación porque necesitamos frenar la tendencia en la descomposición del tejido social.
Todos los ámbitos, se decía, tenían que reestructurarse. La educación no era ni podía ser la excepción. La refundación de la estructura educativa en Jalisco se llamó Recrea. Una propuesta que trató de transformar a los centros educativos en comunidades de aprendizaje para y en la vida. Pero, de dónde había surgido, en verdad se presentaba como un planteamiento original y creativo. Primer misterio por resolver.
El modelo resultó ser una vulgar tropicalización de una propuesta creada para solucionar los problemas escolares de una zona concreta, de Barcelona en España.
Las comunidades de aprendizaje se presentaron como una propuesta para renovar el pacto entre la escuela y la sociedad. Los individuos querían resignificar a los centros educativos: la escuela es necesaria porque solo ahí se pueden adquirir herramientas para resolver problemáticas reales. La idea fructificó porque se hicieron las cosas bien; se democratizaron los procesos de enseñanza-aprendizaje y todos aprendían de todos.
En la soberana república de Jalisco, en cambio, el proyecto que buscó transformar a los centros educativos en comunidades de aprendizaje no dio pruebas de haberse consolidado. Razones habrá demasiadas, pero a pesar de los programas económicos que dotaron a los estudiantes de mochilas, uniformes, zapatos, de su Recrea Academy, de Recrea Familia, de haber dotado de Chromebooks a los docentes de educación básica y de la remodelación de las escuelas, podemos decir que no se refundó nada.
Al respecto, podemos plantear dos cuestionamientos básicos en la operatividad de las escuelas al proporcionar el servicio educativo.
Por qué existen escuelas que no cuentan con una plantilla docente completa, por la desorganización de quién administra los recursos del personal educativo. Aquí se tiene una situación kafkiana; se justifican diciendo que es por la Usicamm, que la sección sindical, que la validación, que para abril o para mayo. Lo cierto es que una cantidad importante de escuelas tiene carencia de maestros y existen docentes que no tienen escuelas.
Otro aspecto fundamental se encuentra en el descuido en el que se encuentran nuestros niños, niñas y adolescentes. La Secretaría de Educación Jalisco ha lanzado protocolos de actuación para atender situaciones de emergencia en las escuelas. Sus protocolos caen en una tremenda omisión; no explican qué hacer cuando nuestros infantes, por las mismas condiciones de sus casas o de los lugares en donde viven, evidencian el enorme olvido en el que se encuentran por las condiciones que ha generado el mismo Estado. La serpiente mordiéndose su propia cola.
Dónde quedó el interés superior de la niñez. Dónde están las políticas públicas, sociales o educativas para promover el desarrollo integral de las niñas, niños y adolescentes.
Entonces, me parece que antes de decir qué han cumplido y publicar agradecimiento en redes sociales, deberían tener mayor vergüenza para reconocer que las promesas no se concretaron y que los aplausos no deberían considerarse como un reconocimiento a un supuesto éxito de su gestión…
Basta con observar cómo están nuestros alumnos para comprobar que no hemos creado la escuela que necesitan.

*Licenciado en Filosofía. Profesor en la Escuela Secundaria General 59 “Francisco Márquez”. [email protected]