Urge formación política
Carlos Arturo Espadas Interián*
¿Cómo se logra una formación política?, me preguntó en alguna ocasión un estudiante. Sin lugar a dudas su interés era legítimo, sin embargo, es necesario clarificar qué entendemos por formación política. Fuera del contexto de la plática, la pregunta pudiera parecer un poco ambigua y sobre todo no definir claramente lo que se pretende con ella.
La inquietud del estudiante era básicamente saber qué hacer, cómo actuar y sobre todo cómo construir estrategias que permitan mejorar un entorno inmediato vía la movilización de recursos para el logro de un objetivo común desde un enfoque de autonomía, por tanto autodeterminación y pensamiento autónomo.
La respuesta que pudiera parecer muy sencilla, implica una serie de consideraciones que van desde la formación cultural, gestión, logística, negociación, teórica, ideológica, filosófica hasta la más importante de todas: la humana. Este listado no es absoluto y más aún, depende la posición ideológica desde la cual se construya esta formación.
Es decir, cada una de estas dimensiones puede dar por resultado una posición conservadora, crítica, nihilista, por mencionar algunas, pero ahí no termina todo, será necesario considerar si se es radical, moderado y demás. Lo importante en este caso es lo que se quiere realizar, es decir, qué orientación es la que se considera para poder contribuir con la población para la cual se trabaja.
Hay un elemento fundamental dentro de la formación política y es: tener claridad para qué, por qué y para quién se trabaja. Sin estos elementos se corre el riesgo de aplicar toda la formación no para el bien común, sino para intereses egoístas.
Una formación política no existe sin la posibilidad de la acción. No actuar significa estar al margen de las cosas por tanto no interesarse por lo que sucede alrededor, entre ello lo que pasa a las personas, a la sociedad en general.
Nuestro pueblo no está acostumbrado a actuar. La razón: no sabe organizarse para trabajar en favor de lo que considera fundamental, nuestro pueblo reacciona hasta que ya no tiene otra opción. Esto no es bueno, es necesario considerar que el pueblo debe tener la posibilidad de organizarse y trabajar en función de sus necesidades, de lo contrario los estallidos sociales estarán a la orden del día o en su caso tomará formas socialmente poco aceptables.
Es decir, la formación política de un pueblo sirve para mejorar las condiciones de vida por medios socialmente aceptables o en su caso de forma organizada que contiene el desborde de grupos numerosos. Así, la necesidad de una formación política es fundamental incluso dentro de un régimen dictatorial pues de esta forma, se puede trabajar, convivir, actuar, transformar y crecer sin por ello lesionar al grueso de la población.
A la larga, la ignorancia resulta muy costosa. Es preferible un pueblo educado que uno ignorante, inculto e incapaz de organizarse. Los mecanismos, estructura y lógica de control, hasta ahora han funcionado en nuestro país, sin embargo, ya han habido indicios de fallas en el sistema, sólo por mencionar los evidentes: movimientos magisteriales, gasolinazo y otros más.
Las acciones educativas se vuelven entonces herramientas fundamentales en la formación política de los ciudadanos, si no se abren espacios formativos enfocados a esta dimensión del ser humano, de nuestra cultura y civilización, ni siquiera se podrá hablar de ciudadanía.
*Profesor–investigador de la Universidad Pedagógica Nacional Unidad 113 de León, Gto. cespadas1812@gmail.com