Unos cuantos cientos de pa, aunque no sean pe…

 en Luis Rodolfo Morán

Luis Rodolfo Morán Quiroz*

Digamos que lleva por nombre Dany. Puede ser de cualquier género, orientación, especialidad, disciplina y preferencia. El caso es que Dany llega a primer semestre de la carrera con todo el entusiasmo. Devora todos los libros de todos los temas y subtemas. Sintetiza, absorbe, quiere aprender toda la disciplina y todas las disciplinas con las que existe alguna relación conocida. Saca muchas buenas calificaciones.
Y es siempre la última persona en entregar sus trabajos. Muy buenos. Muy pensados. Mil veces redactados. Fruto de muchos desvelos. La verdad es cada “pa” que escribe le cuesta mucho trabajo pues cada palabra, párrafo, página quiere que sea un dechado de perfección. Los primeros semestres es un as. A medida que avanza en la carrera los docentes saben que tardará en entregar sus trabajos, pero cuando los entregue serán notables. Casi no consulta con sus compañeros y rara vez les deja ver sus trabajos antes de que estén terminados. Teme a aquellos docentes que piden que los trabajos y avances se discutan en el aula. No quiere mostrarlos. Quiere altas calificaciones y constantemente teme que sus “pa” no alcancen la perfección.
Pasan los semestres y Dany siente cada vez más estrés. Le preocupa cómo se va a graduar y si su trabajo va agradar a los docentes. Es poco sociable y observa cómo sus compañeros de clase llegan tarde, no entregan trabajos, no leen todo lo que podrían, siente que no están suficientemente informados. Así que se esfuerza más y se desvela más. Quiere que su título de la carrera sea muestra de una lista de calificaciones perfectas, como reflejo de trabajos perfectos.
Llega a los últimos semestres. No quiere acreditar todavía los seminarios de tesis pues siente que las distintas versiones de su protocolo no son todavía lo que su excelencia académica merece. Acredita los seminarios después de que todos sus despreocupados compañeros ya terminaron todos los créditos con excepción de la titulación. Mientras ellos comienzan a trabajar y tener pareja y hasta hijos y cuidar perros, gatos, sobrinos, Dany se concentra en su rendimiento y en su meta de graduarse.
Encuentra el tema perfecto y en el momento de recopilar información siente que no es suficiente. Que su bibliografía apenas llega hasta este año y, como piensa graduarse el próximo año, siente que se verá mal si no incluye la revisión de textos que sabe que todavía no aparecen pero que algún investigador mencionó que saldrán el año próximo.
Escribe pocas pa-labras, pá-rrafos, pá-ginas porque lo poco que ha escrito quiere que sea pe-rfecto. Tarda tres años en graduarse después de su acto académico. Revisa su tesis una y otra vez y se da cuenta, en cada revisión, de que le faltan acentos, comas, puntos y referencias. Y de que hay nuevos autores y de que determinadas frases pueden mejorarse. Sufre porque se desvela y de todos modos la tesis no es perfecta. Sus profesores y profesoras se sorprenden de que no esté ya en un posgrado y siga esforzándose por lograr una tesis de licenciatura que sea perfecta. Y comienza a entender porqué no ha encontrado a la pareja perfecta, ni el trabajo perfecto, ni las amistades perfectas, ni los horarios ni las bibliotecas que al menos tiendan a la perfección. Tanta perfección ha dejado a Dany con un ajuste imperfecto a la vida académica, social, sexual, familiar y urbana.

*Doctor en Ciencias Sociales. Profesor del Departamento de Sociología del CUCSH de la UdeG. rmoranq@gmail.com

Comentarios
  • Alma

    El caso es interesante desde el punto de vista del alumno, pero surgen varias preguntas a nivel institucional: ¿Cómo es que nadie le canalizó para buscar ayuda profesional?. El chico mostró conductas obsesivas desde el principio ¿a nadie le importó?

    Permitieron gastar tiempo y recursos públicos en un alumno que obviamente no iba a apoyar a la comunidad. Lo sabían y lo dejaron seguir.

    Lo segundo que brinca es, que si la tesis tienen errores ortográficos aún después de titulado ¿qué nadie le corrigió? ¿la leyeron?, creo que parte del trabajo de lectores y del asesor es justamente señalar detalles que los alumnos nunca serán capaces de ver por si mismos. Sin embargo, si el alumnos tiene errores de ese estilo, indica que a pesar de que dejaba sus trabajos para el final, nadie le ayudó con esos detalles, por que un alumno que tiene errores ortográficos después de concluida la carrera, quiere decir que los tuvo desde el principio, ¿alguien algún día lo leyo?

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