Une véritable catastrophe!

 en Rodolfo Morán Quiroz

Luis Rodolfo Morán Quiroz*

En la noche del 24 al 25 de diciembre de 1999, hubo una intensa tormenta en París y en otras partes de Francia. Por azares del destino, esa noche pernocté en esa ciudad. A la mañana siguiente, relativamente temprano, salí a caminar al Bois de Boulogne, bosque que recordaba de la lectura de Los tres mosqueteros de Alejandro Dumas (1802-1870). Mientras yo observaba con admiración literaria el bosque y varios de los árboles derrumbados por la tormenta, recordando las calesas que transportaron por esos parajes a algunos de los aristócratas de Paris bajo la protección de los famosos mosqueteros, un hombre se lamentaba repetidamente a unos metros de mi: “une véritable catastrophe!” La cantidad de troncos caídos, ciertamente, hacía difícil caminar por uno de los principales espacios verdes de la famosa ciudad.
La desolada frase se aplica en el contexto de crisis sanitaria que nos ha tocado experimentar. Cuando consideramos que, para septiembre de 2021, la pandemia ha cobrado la vida de más de cuatro millones de personas, podemos darnos idea de cómo eso ha alterado el curso de los acontecimientos sociales en todo el planeta. No solo la salud física y mental se han visto afectadas, sino también, la economía, la política, las relaciones domésticas e internacionales. El continente americano ha sufrido la pérdida de casi la mitad de esas vidas (dos millones, ciento cincuenta mil), mientras que Oceanía registra tan solo 2,586 muertes (más detalles en: https://es.statista.com/estadisticas/1107719/covid19-numero-de-muertes-a-nivel-mundial-por-region/). La catástrofe era ya objeto de reflexión no solo política y filosófica, sino incluso era parte de las expresiones artísticas. Ya Michaël Ferrier en 2015 (“De la Catastrophe considérée comme un des Beaux-Arts”) señalaba la omnipresencia de ésta en la vida cotidiana de los humanos. Y se pregunta si la catástrofe se convertiría en un arte. Catástrofes de las que nos enteramos en el momento mismo en que se suscitan y de las que pretendemos saber su alcance y duración se han convertido no solo en objetos de acción, sino de contemplación y de creación artística.
¿De qué tamaño ha sido la catástrofe de la que quisiéramos librarnos o al menos alejarnos? Ante la enfermedad y muerte, cada vez más cercana a nosotros, de personas desconocidas, conocidas, de amigos de nuestros amigos y parientes, a ser luego de nuestros parientes y amigos, y quizá a ser la nuestra propia, cabe preguntarse acerca de la mortalidad en exceso. Es decir: ¿cuántas personas han muerto a causa de esta pandemia que seguirían vivas si no pululara en coronavirus por nuestros espacios cotidianos? Un estudio reciente, cuyos datos se han actualizado a lo largo de estos 18 meses de emergencia sanitaria, señala algunos datos para hacernos conscientes del tamaño de la catástrofe por la que atravesamos. Según los análisis de ese estudio en proceso (https://ourworldindata.org/excess-mortality-covid) España superó, a principios de la pandemia, hasta en 158% la mortalidad esperada en condiciones “normales”, mientras que Estados Unidos, a pesar de ser el país con mayor cantidad de muertes, alcanzó un máximo de 52% de mortalidad en exceso. México llegó hasta un 190% a fines de enero de 2021, cuando Estados Unidos tenía un excedente de 40% de muertes. Nivel que guardaban las muertes en exceso en México en la semana del 8 de agosto de 2021.
La pandemia nos ha impulsado a aprender acerca de varios temas. Ciertamente, al relacionarla con el arte, podemos inferir que de la pandemia no logrará salvarnos ni todo el cuerpo de mosqueteros, aun cuando D’Artagnan se hiciera acompañar de los tres personajes a los que retó a duelo en las primeras páginas de la famosa obra de Dumas. Lo que probablemente nos mantendrá a salvo serán medidas tan básicas como la distancia social y la constante desinfección en nuestras casas y escuelas. Por más que estaremos en un constante duelo por convencer a muchas otras personas de la necesidad de acudir a medidas tan modernas como la vacunación reiterada. Por más que debamos superar repetidamente esos obstáculos, como al esforzarnos por evitar los troncos caídos en algún bosque de este planeta.

*Doctor en ciencias sociales. Departamento de sociología. Universidad de Guadalajara. rmoranq@gmail.com

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