Una probada de cultura y arte transversal: Escher
Marco Antonio González Villa*
Cuando hablamos del necesario fomento de actividades artísticas y culturales al interior de las escuelas, es claro que, en términos reales, es poco el impacto y estimulación que existe en estas áreas para inculcar y formar a estudiantes con esta preferencia y tendencia profesional. El desdén viene dado por la priorización histórica en occidente de áreas del saber y tipos de inteligencia ligadas a las matemáticas y a lo lingüístico, que dejan en claro la opacidad que tienen las Bellas Artes en el país, con pocos espacios de difusión, desconocimiento por parte de amplios sectores de la población y la poca valoración de los artistas reales, no de tv.
Es por eso que, el día de hoy me permito, en este periodo vacacional, a que revisemos las obras de M.C. Escher, que todos hemos visto con seguridad por lo menos una vez, pero desconocíamos a quién darle el crédito.
Las obras de Escher disponen de una genialidad y un atractivo visual que seducen la mirada tanto de niñas, niños y adolescentes como de adultos ¿a quién no le atraen las ilusiones ópticas? Y es precisamente esta suerte de ilusión una de las razones que hacen destacar la obra de Escher. Por tal razón, su campo de aplicación como recurso didáctico en el aula va más allá de sólo el campo de lo artístico, teniendo un carácter transversal que nos lleve a pensar con la mirada, que fomenta el pensamiento abstracto y que, incluso, permite filosofar sobre la vida.
Muchos de sus cuadros disponen de una simetría, de un sentido y perspectiva geométrica y de un cuestionamiento de la lógica que pueden ser estudiadas desde las matemáticas: sus cuadros han servido por décadas de ejemplo para que muchos psicólogos puedan ejemplificar una de las leyes de la percepción de la Gestalt como lo es la noción de figura-fondo; de igual manera, podemos advertir la posibilidad de aplicar sus cuadros en el campo de la Filosofía, la Sociología y la Psicología Social para tratar de explicar la forma en que cada persona interpreta y construye la realidad, así como los psicoanalistas pueden usar algunos cuadros, como Reptiles, Hormigas o manos dibujando, para explicar la complejidad de la Banda de Möebius, que, por cierto, es comprensible desde la disciplina Matemática, o la noción de sombra. Evidentemente se identifica la idea del ying y el yang de la filosofía oriental en muchas de sus creaciones, teniendo, por tanto, también, un sentido intercultural.
La imposibilidad y complejidad de muchos de sus cuadros obligan a desarrollar la percepción, la atención y como señalé previamente, a enriquecer el pensamiento abstracto. Sin duda, cualquiera que observe sus cuadros podrá encontrar una relación entre ellos y su campo de formación profesional. Dediquemos entonces unos minutos a revisar su obra, estoy seguro de que encontrarán un recurso didáctico estimulante para el aula y, de no ser así, apuesto que se habrá vivido un momento cultural y artístico entretenido. Inténtenlo.
*Doctor en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. antonio.gonzalez@ired.unam.mx