Un pasado con futuro

 en Rodolfo Morán Quiroz

Luis Rodolfo Morán Quiroz*

Con el paso de los años, la proporción de niños que se trasladan a la escuela a pie o en bicicleta es cada vez más magra. Y los niños son cada vez más obesos. Aunque para algunos podría parecer que transportarse en vehículos a la escuela representa un gran avance, el hecho de que ni siquiera una parte del camino puedan los estudiantes recorrerlo a pie o en bicicleta tiene enormes costos en términos de salud… y hasta de aprendizaje.
Diversos estudios muestran que las personas que utilizan el transporte público y se trasladan a pie a la estación o a la parada más cercana, tienen mejores indicadores de salud que quienes se transportan únicamente en un coche particular. Otras evidencias señalan que los niños que caminan algunas cuadras a la escuela o que se trasladan en bicicleta desde sus casas están más alertas, con mejor disposición y con mejores índices de retención y manejo de la información.
Como pudimos observar al inicio de 2019, con la crisis de desabasto de gasolina y el sonado combate al “huachicol”, la dependencia de muchos de los habitantes de las ciudades respecto a los combustibles generó un gran descontento social. Una buena parte de la población, dado el diseño de nuestras ciudades, la ineficiencia y la escasa cobertura del transporte público, sólo tiene la opción de trasladarse en coche particular. Además de que muchas de las mercancías que utilizamos en las ciudades se transportan en vehículos de gasolina. Hubo algunos cientos de personas que pudieron trasladarse a sus destinos cotidianos echando mano de bicicletas que estaban relativamente arrumbadas en los patios de sus casas. Algunos otros recurrieron al transporte público y otros más se trasladaron a pie.
Es notable que, mientras muchos se quejaban de la falta de gasolina, los cielos de la ciudad se vieron más limpios y disminuyó el ruido en las calles. Para algunos de quienes recurrieron a la bicicleta o al transporte público, estas alternativas se convirtieron en opciones viables frente a los costos y las molestias que representa trasladarse en vehículos que nos tornan en viajeros sedentarios.
La crisis de desabasto de gasolina nos deja enseñanzas que podemos aprovechar para nuestros contextos escolares. Trasladarse a pie, en bicicleta o en transporte público, al menos una porción del camino entre la casa y la escuela o el trabajo, ayuda a:

a) disminuir los costos en combustible y reducir los niveles de contaminación;
b) reducir los niveles de ruido de la ciudad y, especialmente, en torno a la escuela;
c) aumentar la capacidad de aprendizaje después de un lapso de ejercicio moderado;
d) generar ocasiones de interacción entre estudiantes y entre padres e hijos;
e) conocer con mayor detalle el entorno entre la casa y escuela;
f) detectar en dónde hay “áreas de oportunidad” para mejorar las infraestructuras urbanas como banquetas, puentes, luminarias, parques.

De tal modo, esas prácticas de un pasado, anterior a la invasión de los automóviles particulares, de caminar, pedalear y abordar una unidad de transporte público, resultan ser la solución a futuro (al menos parcial) de nuestra enorme dependencia de los hidrocarburos en las ciudades.

*Doctor en Ciencias Sociales. Profesor del Departamento de Sociología del CUCSH de la UdeG. rmoranq@gmail.com

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