Tesis

 en Rubén Zatarain

Rubén Zatarain Mendoza*

La tesis “Inoperancia de los sindicatos en los trabajadores de confianza del artículo 123 apartado A” presentada en septiembre de 1987 por la ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Yasmín Esquivel Mossa, es un asunto de debate nacional y se ha convertido en auténtico obús, en casi terrorismo académico para la UNAM.
La mejor universidad del país y de las mejores en Latinoamérica se ha visto atacada por voces de oscuras intenciones, voces a todas luces de aviesas intenciones que han querido vulnerar su prestigio.
El origen del obús (denuncia) sucede en el medio Latinus de Loret de Mola y el payaso Brozo y lo suscribe Guillermo Sheridan. El tema ha arrastrado opiniones del mismo rector de la UNAM, Enrique Graue Wiechers, a la secretaria de Educación Leticia Martínez Amaya y al propio presidente de la república. Es un asunto de debate político con tintes legales. Ojalá sea una lección de cultura de la legalidad y de ética.
La tesis ha sido asunto de trinchera política, como casi todo en el contexto nacional; los puritanos académicos y moralistas, la nueva división política del país en titulados y no titulados y entre los titulados, los de tesis legítima y los plagiarios, “Que tire la primera piedra quien esté libre de pecado” reza la cita Cristiana.
El despotismo ilustrado y la legitimidad de los títulos, la SEP, la Dirección General de Profesiones; los documentos apócrifos y los títulos expedidos en la plaza Santo Domingo, la compra venta de títulos.
México nuestro, la guerra permanente contra la deshonestidad, la travesía larga hacia la probidad en todos los ámbitos de la vida nacional.
Vaya resonancia, las sagradas escrituras en una tesis objeto de revisión de asuntos relativos a probidad, desarrollo del juicio moral y del siempre frágil edificio institucional en el que se cimenta la república.
Las burocracias coloniales, independentistas y revolucionarias, beneficiarias del estado tercermundista con vasos sanguíneos de corrupción en distintos matices, los hombres y las mujeres silentes que se niegan a comparecer al escrutinio de la Historia y la Ética (Fausto Alzati, Vicente Fox y Enrique Peña Nieto, a guisa de ejemplo).
El estado como empleador, la lucha encarnizada por sus espacios laborales, las entidades federativas, los municipios y sus índices de corrupción bajo el manto de libertad y soberanía.
La cultura de la legalidad y la impartición de justicia, un frente de resistencia balcanizado en dónde se atrincheran variados intereses a la transformación; la guerra de los amparos y los debates de los hacedores de leyes, quiénes instrumentan y debieran ser garantes del estado de derecho, los reyes Mammón y Midas obregonistas que lanzan cañonazos de cincuenta mil pesos, los jugosos chayotes al periodismo mercenario.
La balanza de la justicia que se inclina hacia el lado del peso de los metales, el punto de llegada a la república justa, humana y generosa que coreamos cómo escolares en el juramento a la bandera nacional.
La imputación de responsabilidades ha ido más allá con consecuencias para la profesora que ha asesorado el documento, la maestra Martha Rodríguez Ortiz, “El hilo se rompe siempre por lo más delgado”.
La tesis profesional, una ofrenda de papel forma parte del entramado del rito de iniciación legitimado por las instituciones para hacer sadismo y exclusión, para hacer un ejercicio de empoderamiento simbólico del académico director de la misma, de los sinodales y lectores de calidad.
La tesis profesional de resabio escolástico, de demostración de saberes coyuntural que promueve la egoteca personal de los más competentes en habilidades lectoras y competencia de expresión escrita, competencias no atribuibles a la calidad formativa de la licenciatura.
En el antiguo ring ideológico de la escuela pública contra la escuela privada, en el también antiguo ring entre la universidad pública y privada, la tesis ahora es el nuevo cuadrilátero.
Sanear la vida nacional y hacer democracia es también oda al debate de ideas y al posicionamiento ideológico.
La ley y el repudio público contra el plagio, la quema en la hoguera de la tesista y asesora, el dedo flamígero implacable desde el ocio de los prófugos de la buena escritura y producción de ideas auténticas.
Está coyuntura social de todos contra el plagio, sería favorable para evaluar objetivamente las prácticas institucionales, los perfiles de egreso, los rituales que subyacen y se legitiman endogámicamente en el marco de autonomía universitaria o de las autorizaciones oficiales de estudios o incorporaciones.
La realidad es que la calidad de la educación superior, la dependencia científico tecnológica y los exiguos presupuestos para los apoyos a la investigación básica, verdaderos problemas de nuestro desarrollo, son los asuntos que debieran ponerse en la agenda pública y poner a trabajar a los agentes de la reacción y los reactivos diputados y senadores de la oposición.
No es la UNAM, son todas las universidades públicas quienes deberían revisar sus procesos de titulación, sus procesos formativos en metodología de investigación científica, la relevancia y pertinencia de sus procesos formativos.
No es el nivel de licenciatura el que debiera someterse a escrutinio y contraloría académica, también lo debiera ser el posgrado: las especialidades, las maestrías, los doctorados.
Existe todo un mercado negro de las titulaciones con tesis, la ley de la oferta y la demanda donde la Ética emprende el vuelo cada fin de semestre o de carrera profesional.
Instituciones como la Universidad de Guadalajara tienen auténticos cuellos de botella y dejan en el abandono a sus egresados antes de titularlos, no hay eficiencia terminal, no hay cambios en la estructura y los procesos, no existe auténtico acompañamiento.
Sobre los procesos de titulación no hay contraloría social en las catacumbas burocráticas e inoperantes de la Universidad de Guadalajara y algunas más.
Que hablen los miles de frustrados que han renunciado a todo intento de elaboración de tesis profesional, que abominan la universidad que se dice pública pero actúa como agencia contra las mayorías empobrecidas, sin inglés, con primarias habilidades digitales y sin tesis.
Hay un mercado fenicio de la corrupción no sólo en la elaboración de tesis profesionales sino de ensayos y proyectines para toda ocasión que todos simulan no ver.
La titulación no pocas veces en un acto de voluntarismo personal, una acción riñonuda de largo aliento del sustentante para superar los múltiples obstáculos que pone la institución, que pone en acto de sadismo ilegítimo el asesor o director de tesis.
Escribir con criterios de APA, hacer investigación documental, leer, sintetizar, narrar experiencias y proponer, tendrían que ser corolario de una rica experiencia formativa vivida en las aulas, laboratorios, talleres, fábricas y bibliotecas.
No lo es.
Las ofrendas de papel antes de la era Gutenberg, la tentación de plagiar en registros tan antiguos como el siglo I de nuestra era:

“Te encomiendo, Quinciano, mis libritos. Si es que puedo llamar míos los que recita un poeta amigo tuyo. Si ellos se quejan de su dolorosa esclavitud, acude en su ayuda por entero. Y cuando aquél se proclame su dueño, di que son míos y que han sido liberados. Si lo dices bien alto tres o cuatro veces, harás que se avergüence el plagiario.

Marcial, Epigrama LII (siglo I d. n. e.).

*Doctor en educación. Profesor normalista de educación básica. zatarainr@hotmail.com

Comentarios
  • Pedro Ignacio Chávez Aréchiga

    Que situación tan lamentable, pero que se puede hacer cuando se tiene a un país sometido desde la cúpula del Estado, donde no le permiten crear ningún artefacto o tuerca al ciudadano mexicano. Pero a las élites les dan la oportunidad de viajar al extranjero para prepararse en las universidades de aquel país, pero, con la condición de no regresar a México; entonces se provoca la fuga de cerebros. ¿Cuándo cambiará esta situación para nuestro país?

  • Griselda Gómez de la Torre

    Agradezco la donación de la palabra que el presente artículo convoca.
    El tema desvela un profundo vacío que no ha sido nombrado, ni reconocido desde las instituciones formativas y el sustentante de tesis como parte del cierre del currículo al término de cada etapa formativa. Categorías puestas a reflexión tales como: ética profesional, probidad, cultura de la legalidad, originalidad – creatividad, plagio, moralidad, eficiencia terminal, acompañamiento de los egresados, que emergen cual punto de análisis.
    El derecho a la expresión, a la producción de las ideas, aportes al enriquecimiento epistémico, al compartimento de las tesis que van cambiando conforme el desarrollo social, la inversión en el capital humano por un mejor nivel de vida, en circunstancias de un espíritu ilusorio estudiantil bajo la mirada numérica de disparidad entre egresados de universidades y los titulados. Vale la pena generar espacios para la disertación de nuevas posibilidades que permitan a los jóvenes estudiantes graduados de distintas instituciones, el derecho a la certidumbre del documento que los acredite como universitarios con certeza en su profesión, urge la apertura del debate de instancias conciliatorias que den acompañamiento profesional al culmen de grados académicos que en derecho tiene todo egresado.
    Un oscuro mundo sale a la luz: el asesor de tesis (a) “con poder” que juega con el escribiente, relaciones de desiguales que suelen suceder en las aprobaciones de las tesis…. Un mundo oscuro del cual no se habla, se oculta bajo la vergüenza y el no poder nombrar lo se queda en las tinieblas de circundan las profesiones y el atreverse a ser sustentante de tesis de profesión. Desde aquí un llamado urgente a la revisión a quien corresponda en atención al problema de la eficiencia terminal.

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