Tejer fino en el proceso de profesionalización docente

 In Miguel Ángel Pérez Reynoso

Miguel Ángel Pérez Reynoso*

La reciente jornada de movilización que protagonizaron centralmente los contingentes de maestros de Oaxaca, Chiapas, Guerrero, Michoacán, Zacatecas y de la Ciudad de México (Sección IX) demuestra una vez más la importancia de la figura de las y los educadores como sujetos insustituibles del compromiso educativo.
Independientemente de las demandas y de la respuesta a las mismas, de lo que se ganó y lo que ha quedado pendiente por negociar y dialogar, maestras y maestros han regresado a las escuelas en las que laboran, a los rincones apartados de sus lugares de origen y a continuar con la lucha en otros ámbitos y en otras esferas.
En todo ello, la discusión de hoy consiste en integrar y no separar el compromiso pedagógico con la lucha sindical. Como bien decía José Manuel Esteve, se trata de ser maestros totales, integrales, cuando combinamos en la profesionalidad las luchas reivindicativas sobre la base de derechos con el compromiso profesional por educar y atender a quienes están a nuestro cargo y cada vez ser mejores.
Es el sistema tramposo y el charrismo sindical quienes han escindido ambas figuras para estigmatizar y marginar a las y los nuevos educadores. En la tarea docente y en la profesión, en el acto de enseñar, en infinidad de reportes de investigación, aparecen una serie de dicotomías o puntos contrapuestos que aparentemente son incompatibles entre sí. Por ejemplo: flojo versus comprometido; sindicalista versus estudioso; pasivo versus participativo; profesional versus irresponsable; estudioso versus indiferente, etcétera. Estas dicotomías son tramposas desde el origen; si bien pueden tener algo ligado con la realidad, lo cierto es que se pierde la intención de entender a las y los educadores en su calidad de personas, que sufren, que tienen necesidades propias y que muchas veces dichas necesidades quedan ocultas para dar una buena cara. El compromiso de educar no está reñido con la necesidad de atender la esfera emocional de quienes educamos.
El compromiso y el proceso de profesionalización desde la tarea docente implica que comencemos a tejer fino, esto es, de juntar todos los elementos que están en juego en la carrera docente, de no entrar a las trampas del sistema del puntismo, de la burocracia, de los ascensos o promociones, sino de encontrar componentes gratificantes con alumnas y alumnos, con los agentes de la comunidad y con la profesión misma, de escribir anécdotas, testimonios, vivencias y rescatar lo valioso de cada experiencia en el trabajo.
Hoy en día la lucha no es por reivindicaciones en abstracto; la lucha es por visibilizar la importancia del trabajo de las y los educadores, de posicionarse ante una sociedad cada vez más insensible y de hacer que el gobierno no sea omiso a las demandas y a los planteamientos que vienen desde abajo.
En el fondo todos los gobiernos terminan siendo lo mismo de acuerdo a sus acciones, no a sus palabras; se trata de revertir eso. El respeto a la profesión no es negociable. Es importante no caer en la trampa de los falsos dilemas; es importante consolidar los lazos de unidad de un gremio dividido, escindido y confrontado entre sí. Cuando superemos estas contradicciones, el poder sindical y pedagógico estará en nuestras manos.

*Doctor en Educación. Profesor-investigador de la UPN Guadalajara, Unidad 141. safimel04@gmail.com

Start typing and press Enter to search